Nuevos Sacerdotes con un corazón nuevo

La Palabra del Pastor

Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara

Hermanas y hermanos muy apreciados:

Hemos recibido, como culmen la Pascua, el don más grande que Cristo nos mereció, con su muerte y resurrección, el Espíritu Santo. Este regalo lo dio a sus discípulos y a toda la Iglesia el mismo día de su resurrección.
Dios Espíritu Santo ha hecho que esta comunidad de discípulos se mantenga en la unidad de la fe, por encima de las distintas lenguas, culturas, ministerios y servicios que tiene la Iglesia. Ha mantenido a la Iglesia unida en torno a su Señor.
Eso que decimos para toda la Iglesia, lo podemos aplicar, por lo tanto, para esta Iglesia Particular de Guadalajara. El Espíritu del Señor es el alma de esta comunidad, y más allá de las distintas realidades que la conforman, de los distintos Pastores que han estado al frente, el que congrega y unifica a la Iglesia de Guadalajara es ese mismo Espíritu, en torno a la fe de Jesucristo.
Ahora, en Pentecostés, ha renovado el rostro de esta Iglesia, donándole un ramillete de nuevos Diáconos y Presbíteros. Recibe nuestra Iglesia un nuevo impulso, recibe a nuevos evangelizadores que tienen que alentar la misión de la evangelización para estas generaciones y las inmediatas.
El Espíritu Santo, que santificó a cada uno de los nuevos ordenandos, el día de su Bautismo, les ha dado un corazón nuevo, para que cada uno se identifique más con el corazón de Cristo Pastor, Cristo Siervo, Cristo Esposo de su Iglesia. Con este corazón nuevo deben sentir como Cristo, pensar como Él, amar y servir a la Iglesia como Jesús.
En cada uno de estos hermanos, Cristo Buen Pastor, Siervo, Esposo, se hace palpable gracias a esa renovación que el Espíritu Santo hace del corazón de cada uno de ellos. Es tan profunda y tan real esta transformación, que marcará a cada uno de ellos para siempre. Les imprime un sello, un carácter, que no se les borrará jamás. Este sello los identifica especialmente con Cristo, para que sean con Él y en el Él, maestros y profetas que anuncien la Palabra de Dios a su pueblo.
Además, los marcará con su sello, para que, en nombre y en persona de Cristo, santifiquen, con la vida de Dios, a sus hermanos, por medio de los Sacramentos. También, les imprime un carácter, para que sean, en medio de la comunidad, los pastores que van por delante, señalando el camino de la vida y de la salvación. Pastores que van en medio de su pueblo, para conocer sus necesidades, sus inquietudes, sus temores, sus dudas. Que van entre la gente para conocerlos más.
El Espíritu Santo los impulsa para que vayan detrás del rebaño, impulsándolo para que nadie se quede, ni se canse, ni se extravíe. El Buen Pastor, Jesús, por la fuerza y el poder el Espíritu se encarna y se hará visible en el ministerio de estos hermanos, como maestro que enseña, sacerdote que santifica  y pastor que guía a su pueblo.

Yo les bendigo en el Nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.

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