Santuarios del Mundo

Juan Carlos Tejos*

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“Ysucedió que cuando estaban allí, le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada” Lc.2, 6-7

Hoy debemos inclinarmos para entrar por la pequeña puerta de la basílica de la Natividad en la ciudad de Belén. “Y tu, Belén Efratá, pequeña entre los clanes de Judá, de ti voy a sacar al que ha de gobernar Israel; sus orígenes son de antaño, de tiempos inmemoriales” Mi.5,1.
La basílica de Belén fue construida por Santa Helena, madre del emperador Constantino en el año 339 sobre las grutas que ya los judeo cristianos locales del siglo I habían identificado como el lugar del nacimiento de Jesús .  Para ello  destruyeron el templo pagano a la diosa Adonis que sobre este lugar había construido en el año 135 el emperador romano Adriano. Su propósito, borrar toda memoria del culto cristiano, señalaría a santa Helena el lugar exacto dos siglos depués, el lugar exacto del nacimiento.
Hoy podemos contemplar el piso de mosaico de esta primera basílica, que nos habla de su grandiosidad y belleza. Seguramente Constantino envío los mejores arquitectos para edificar este santuario que,  en el año 529, fue tremendamente dañado por la rebelión de los samaritanos y en el 540 reconstruida y  ampliada por el emperador Justiniano.
Este edificio del año 540 es el que podemos visitar el día de hoy y que con razón, es la basílica bizantina más antigua de la cristiandad. Al final de este monumento histórico, arquitectónico y espiridual, debajo del  presbiterio o iconostasio griego, se encuentra la gruta venerada y señalada como el lugar exacto del nacimiento de Jesús que reza: “Hic de Virgine Maria, Jesus Christus natus est”. “Aquí, de la Virgen María, nació Jesús el Cristo”. Celebrar aquí la santa misa con los peregrinos es una experiencia que no se puede describir con palabras. Queda en el corazón y en la mente para toda la vida.
Todas los otros santuarios cristianos de Tierra Santa, fueron destruidos por la invasión persa del s VII. Menos la Iglesia de la Natividad. Un documento anónimo del 836 nos explica el por qué de esta “suerte”.  Nos narra que al ver los invasores en uno de los frisos de esta basílica, un mosaico con los reyes magos, entendieron por sus vestidos que estos eran de los de su pueblo y que seguramente habrían venido a adorar  a alguno de los dioses persar a este lugar.
Al nivel de la gruta del nacimiento se encuentran también las grutas de San José y de San Jerónimo. A San Jerónimo, padre de la Iglesia,  le debemos la autoría de la traducción de las sagradas escrituras de su lengua original al latín. Esta traducción conocida como Vulgata, hizo accesible la lectura y conocimiento de la palabra de Dios a todo el mundo de aquel entonces. Para realizar este trabajo, vino san Jerónimo a vivir a esta cueva, donde después murió y fue sepultado. 
Finalmente, a un costado, de la Basílica de la Natividad, se encuentra la Iglesia de Santa Catalina de Alejandría, propiedad de los padres franciscanos, parroquia de la comunidad cristiana local y desde donde se transmite cada año al mundo entero, la misa de Navidad precidida por el Patriarca de Jerusalén.
Campo de los pastores. “En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad y se llenaron de gran temor. El ángel les dijo: ¨No temáis, os anuncio una buena noticia que será para todo el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”. Lc.2, 8-11.
A la afueras pues de Belén, en un lugar llamado “Beit Sahur” o Campo de los vigilantes, el santuario ¨Gloria in excelsis”  nos recuerda a los pastores que vigilaban sus rebaños esa noche de Navidad y a quienes les fue dada la gran noticia.
En este lugar una hermosa y pequeña capilla en forma de tienda, del gran arquitecto italiano de Tierra Sana, Antonio Barlucci, nos recuerda desde el año 1954 este gran anuncio. La “gran claridad” que menciona el evangelio, llega al interior por la cupula de esta capilla y se pueden apreciar en tres de sus cinco pequeñas naves, tres hermosas pinturas que recuerdan el acontecimiento. En sus rostros se aprecian, el temor del anuncio, la actitud de adoración en el lugar del nacimiento y el gozo inmenso al regreso.
* Director de Peregrinaciones.mx

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