Cuando un hombre ama a una mujer

Querida Lupita:

He escuchado varios Programas tuyos en tu Canal de YouTube y me han ayudado mucho en mi matrimonio y mi familia.
Sin embargo, mi linda esposa está en depresión. La he escuchado con paciencia y amor. Su infancia fue muy triste porque sufrió varios abusos, y culpa de ello a sus padres. Ella está llena de resentimientos y no puede perdonar.
Yo le digo que debe dejar su pasado atrás, pero me evade y se enoja aún más. Me dice que está convirtiendo mi vida en un infierno y que mejor se va a ir. Ya vivió varios Retiros Espirituales; por un tiempo está bien, y hasta su salud mejora, pero después vuelve a lo mismo. Yo hago oración por ella y por mí cuando me siento desesperado. ¿Qué más puedo hacer? A veces me cansa su actitud de no querer luchar. Ella no ve nada de lo bueno que tiene conmigo y nuestros cuatro hijos.

Javier T.

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Muy estimado en Cristo, Javier:
Pascal decía: Para quien no quiere abrir los ojos, toda la luz del Sol es poca. Pero en el caso de tu esposa, tal vez no sólo sea que ella no quiere abrir los ojos, sino que no puede hacerlo. En numerosos pacientes con depresión existe en común un componente químico-cerebral. La ayuda médica es fundamental, así que no esperes más para una consulta psiquiátrica.
Eres uno de los pocos hombres de nuestro tiempo, cuyo testimonio nos habla de lo que es el amor. Hoy se usa el término amar con gran superficialidad, y se le confunde básicamente con tres graves distorsiones:

1)Amar es sentir bonito; sentimiento que se convierte en una relación con tiempo de caducidad, ya que los sentimientos nacen y se desvanecen con frecuencia.
2)Amar es poseer a alguien, lo cual se traduce en violencia, maltrato e injusticia.
3)Amar es sexo, química; y en eso no existe compromiso. Usas a la persona para el placer personal, y te deshaces de ella cuando ya no te reporta sensaciones nuevas.

Otro, en tu lugar, tira la toalla y deja a su compañera de vida por no estar sana.
Tu situación muestra los rasgos propios del verdadero amor: Es total, fiel, fecundo y para siempre. Así lo expresa San Juan Pablo II en su Catequesis sobre la Teología del cuerpo.
Cuán diferente sería la realidad actual del matrimonio si comprendiéramos su verdadero sentido. Tú estás al lado de tu mujer en una situación compleja: no sientes bonito ni intentas forzar las cosas hacia tu bienestar egoísta ni fundas tu relación en la química o el sexo falso que presentan las revistas del momento. Estás a su lado porque la amas, y nada más. Quieres lo mejor para ella, la comprendes, procuras animarla, buscas medios de ayuda. Sin duda, hay momentos de desesperación y sequedad, pero vas a beber de la fuente del amor en tu oración, y sigues ahí, “de pie al pie de la Cruz”.
¡Gracias por amarla así! Tienes alma grande y has sabido responder al llamado que nos hacía la Beata Madre Teresa: “Ama hasta que duela, y después sigue amando hasta que deje de doler”. Recuerda dar mantenimiento a tus “resortes espirituales”, pues ahí encontrarás la fuerza necesaria: oración, Eucaristía, amor a la Palabra de Dios meditándola y haciéndola vida. Date espacios para descansar disfrutando de la Naturaleza o de la sana convivencia con tus hijos.
No desfallezcas, porque el buen final llegará, pues el amor verdadero tiene poder transformador.

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