Coyuntura
Román Ramírez Carrillo
La mayoría de los ciudadanos percibimos y sabemos que la clase política sólo se representa a sí misma, a sus intereses particulares y de grupo. Por eso, cuando el ejecutivo estatal, Aristóteles Sandoval anuncia que envió la iniciativa de reforma constitucional en materia de Corrupción a la Constitución del Estado, así como la que crea la Ley del Sistema Estatal Anticorrupción de Jalisco, los ciudadanos reflexionamos el párrafo que dice “crear una fiscalía especializada con autonomía técnica y presupuestal” ¿Cual es su real significado? ¿Podemos inferir que tendrá autonomía plena, o sólo técnica y presupuestal, pero recibirá línea, o estará sujeta a cuotas políticas?
Hoy los ciudadanos demandamos un sistema anticorrupción, que termine con la impunidad y los privilegios. En el año 2000, creímos que la alternancia política sería suficiente para una mejor construcción democrática, pero resultó un pluralismo tan débil, que los proyectos políticos son difícilmente diferenciables.
El debate en torno a la forma de cómo se combatirá la corrupción, apenas inicia en Jalisco, que hasta ahora sigue siendo uno de los problemas más profundos y arraigados en nuestro país. Nuestro Corrupcionario Jalisciense es elocuente en las distintas formas y maneras de corrupción. El Gobernador en su propuesta, incluye dotar de mayores facultades de investigación y denuncia a la Contraloría del Estado, y la transformación del Tribunal Administrativo. Y enfatizó: “Hoy, estamos aquí para poner en marcha el Sistema Anticorrupción más estricto y eficaz del país”
No olvidemos que en período electoral todos los partidos son populistas, y desarrollan acciones, para obtener el voto. Se puede decir con ironía que los populistas de todos los partidos aman tanto a los pobres, que los multiplican.
Para la Iglesia, la corrupción generalizada y la impunidad sistemática, son causa y fuente de muchas “violencias”, como la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la delincuencia organizada y la no organizada. Tenemos un sistema político podrido y viejo, con una constitución al servicio de la política, sin sociedad, donde los ciudadanos son los sujetos obligados y no los gobernantes.
El Papa Francisco explica que la grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación.
Tenemos los mexicanos un gran déficit democrático. No nos sentimos representados por los políticos y los partidos. En nuestra democracia mexicana falla el vínculo más importante entre representantes y representados. La confianza, los políticos prometen el paraíso y siempre terminamos en diferentes infiernos. México es el gran país de las promesas incumplidas, y campeón mundial de la impunidad.
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