Monseñor Osoro: Jesucristo es el gran al sí al hombre


Monseñor Osoro: Jesucristo es el gran al sí al hombre


La clausura del Año de la Fe, ha sido un buen comienzo para el tiempo de adviento, así comienza su carta semanal, el arzobispo monseñor Carlos Osoro Sierra.


“Hemos dado gracias a Dios por esta inmensa gracia que nos ha dado, por la llamada que nos ha hecho y por el compromiso que desea hagamos en nuestra vida. Lo hemos clausurado, también, dando gracias a Dios por la beatificación de un grupo de religiosos y religiosas que en nuestra Archidiócesis de Valencia dieron la vida por Cristo”, señala monseñor Osoro.


“Este tiempo de Adviento, añade, nos prepara para recibir al Señor en nuestra vida, para hacerle un hueco en esta historia que tan necesitada está de luz, de vida y de amor. Él no es distancia, ni expresión de supremacía. Al contrario, se despoja de su rango, se vacía de sí mismo, se sumerge en la condición humana que tiene miserias y debilidades; su forma divina se oculta bajo la forma humana, que se muestra marcada por el sufrimiento, la pobreza, el límite, la muerte”.


Después de señalar que, “la realidad de Jesucristo es divina en una experiencia auténticamente humana, y que brota ese gran “sí” que, en Jesucristo, Dios dijo al hombre, a su vida, al amor humano, a su libertad, a su inteligencia” manifiesta que la fe en el Dios que tiene rostro humano, necesariamente trae alegría al mundo, esperanza, buena nueva, cambio de los corazones y de su realidad interior, cambio de corazón por ello” el cristianismo está abierto a todo lo que hay de justo, verdadero y puro en todas las culturas.


“Ha de ser el Cristo mismo, añade, quien llene nuestros corazones y nos impulse a evangelizar y a salir por los caminos del mundo a proclamar el Evangelio a todos los pueblos de la tierra, el Adviento nos prepara para, entrando en comunión con Jesucristo, decir el gran “sí” del hombre a Dios; es en el encuentro con Él donde podemos dar ese “si”, confesando la fe en el Señor Resucitado”


“Ha sido el Año de la Fe una invitación a vivir en una auténtica y renovada conversión a Nuestro Señor Jesucristo, que se nos manifiesta como el único salvador del mundo, yel tiempo de Adviento nos llama a realizar una conversión personal y pastoral. Son las dos necesarias: una para que nuestra vida sea rostro de Cristo, porque Él es el verdadero rostro de Dios y del hombre; pero, también, la conversión pastoral, pues tenemos que leer los signos de nuestro tiempo, las realidades que viven los hombres para acercarnos a ellos y ser discípulos misioneros que anuncian, hacen creíble y atraen a los hombres hacia Jesucristo, pues ven en ellos el rostro de Dios porque Él nos da su rostro y el rostro del hombre”


“El discípulo misionero, concluye monseñor Osoro, es el que asume construir la “cultura del encuentro”, la que hizo Dios mismo en el Misterio de la Encarnación, que quiso encontrarse con los hombres en su propia condición. Nada tuvo que ver con la cultura del enfrentamiento, del conflicto o, como dice el papa Francisco, la cultura del descarte. La conversión que nos pide el Señor para estar preparados a su nacimiento es la que nos hace más sensibles y nos capacita más y mejor para, no solamente comprender los problemas y las situaciones humanas, sino para dar soluciones con nuestra vida y compromiso, de tal modo que nada se convierta en fuentes de lucha, de egoísmos, de orgullo, de discriminación, sino que sea fuente para enderezar todo por las vías de la justicia y del bien común, donde la caridad asume el puesto primero y más alto en la vida práctica, pues es la caridad quien todo lo hace posible y todo lo renueva”.


Por Antonio DIAZ TORTAJADA, sacerdote-periodista


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