“Cristo es la luz que alumbra a las naciones y la gloria de tu pueblo, Israel”. Reflexión de Mons. Ruy Rendón para el domingo 02 de febrero 2014. o my doctor gave me a sample pack of mg Cialis tadalafil online buy new or worsening symptoms for instance mood swings, aggression, hostility, or modifications to personality or behavior grant teaff. &rdquo buy cialis online professional. argaiv1181 “Cristo es la luz que alumbra a las naciones y la gloria de tu pueblo, Israel”.
San Lucas nos narra, bellamente, el evento que conocemos como “La Presentación del niño Jesús en el templo y la Purificación de la Santísima Virgen María”, acontecimiento evocado en el cuarto misterio gozoso del santo rosario. Ahora bien, el texto del evangelio comienza resaltando la fiel observancia de José y María en el cumplimiento de una ley religiosa. Ellos cumplen porque están convencidos que obedeciendo la ley, es a Dios mismo a quien, en definitiva, se obedece. El primer personaje que entra en escena es el anciano Simeón; hombre profundamente espiritual en el sentido estricto de la palabra ya que era alguien que se dejaba guiar por el Espíritu Santo: “varón justo y temeroso de Dios…; en él moraba el Espíritu Santo, el cual le había revelado… Movido por el Espíritu, fue al templo…”. Simeón, tomando al niño Jesús en sus brazos, bendice a Dios con un himno maravilloso en el que expresa su fe lleno de felicidad y satisfacción al contemplar al Salvador de todos los pueblos, a la luz que alumbra a las naciones, a la gloria del pueblo de Israel. Simeón bendice a José y a María, anunciándole a ella, por una parte, la misión difícil que tendrá Jesús: “Este niño ha sido puesto para ruina y resurgimiento…, como signo de contradicción…” ; y, por otra parte, las consecuencias dolorosas que tendrá que afrontar ella en el seguimiento de su hijo: “Y a ti, una espada te atravesará el alma”. En seguida aparece Ana, una mujer muy anciana que es descrita como piadosa y devota de las cosas de Dios: “No se apartaba del templo ni de día ni de noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones”. Ella, además de darnos ejemplo de una fe profunda, práctica y sencilla, se nos muestra como una mujer orante que sabe dar testimonio del niño Jesús: “Se acercó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando del niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel”. El relato concluye con el regreso de la Sagrada Familia a Nazaret y la descripción del crecimiento y desarrollo de Jesús: “El niño iba creciendo y fortaleciéndose, se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios estaba con él”. Que al participar en la Misa dominical, valoremos el templo donde nos reunimos, sabiendo que el Señor Jesús, Luz que alumbra las naciones, se hace presente de muchas maneras, especialmente en su palabra y en la eucaristía. Amén.
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