Cuidar la fragilidad, por Rafael Palmero, obispo Emérito de Orihuela-Alicante


Cuidar la fragilidad, por Rafael Palmero, obispo Emérito de Orihuela-Alicante


Éste es el subtítulo que el Papa Francisco da, en su reciente y programática exhortación apostólica “La alegría del Evangelio”, a la atención que los cristianos hemos de tener con los más frágiles de la tierra, aunque “en el vigente modelo ‘exitista’ y ‘privatista’ no parece tener sentido invertir para que los lentos, los débiles o menos dotados puedan abrirse camino en la vida… Los sin techo, los tóxico-dependientes, los refugiados, los pueblos indígenas, los ancianos cada vez más solos y abandonados… ¡qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los indiferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aún en su diseño arquitectónico, están llenas de espacio que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!” (n. 210).


Confiesa también el Papa la angustiosa situación que siempre le han producido las diversas formas de trata de personas. “En nuestras ciudades está instalado este crimen mafioso y aberrante, y muchos tienen las manos preñadas de sangre debido a la complicidad cómoda y muda” (n. 211). “Doblemente pobre son las mujeres que sufren situaciones de exclusión, maltrato y violencia porque frecuentemente se encuentran con menores posibilidades de defender sus derechos” (n. 212).


¿Y los niños que vienen de camino, llamados a nacer?


Viene a continuación una página de antología, que bien vale la pena que meditemos hombres y mujeres, mayores y jóvenes. Dice literalmente:


“Entre esos débiles, que la Iglesia quiere cuidar con predilección, están también los niños por nacer, que son los más indefensos e inocentes de todos, a quienes hoy se les quiere negar su dignidad humana en orden a hacer con ellos lo que se quiera, quitándoles la vida y promoviendo legislaciones para que nadie pueda impedirlo… Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades” (n. 213).


“No es progresista pretender resolver los problemas eliminando una vida humana. Pero también es verdad que hemos hecho poco para acompañar adecuadamente a las mujeres que se encuentran en situaciones muy duras, donde el aborto se les presenta como una rápida solución a sus profundas angustias, particularmente cuando la vida que crece en ellas ha surgido como producto de una violación o en un contexto de extrema pobreza. ¿Quién puede dejar de comprender esas situaciones de tanto dolor?” (n. 214).


Esto es lo que nos dice a los bautizados el Papa que hoy tenemos. Y matiza él mismo: “Ésta no es la opinión de un Papa, ni una opción pastoral entre otras posibles; son indicaciones de la palabra de Dios tan claras, directas y contundentes, que no necesitan interpretaciones que les quieten fuerza interpelantes. Vivámoslas ‘sine glossa’, sin comentarios. De este modo, experimentamos el gozo misionero de compartir la vida con el pueblo fiel a Dios, tratando de encender el fuego en el corazón del mundo” (n. 271).


El documento está fechado el 24 de noviembre de 2013. Su actualidad, por tanto, es evidente. Y lo que es evidente no se demuestra…


Por la transcripción,


+ Rafael Palmero Ramos


Obispo emérito de Orihuela-Alicante


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