Mar del Plata (Buenos Aires) (AICA): Del 8 al 16 de febrero la diócesis de Mar del Plata celebrará la Semana Vocacional, una propuesta que desde hace más de 30 años lleva adelante en febrero, aprovechado la afluencia de turistas en la ciudad balnearia. Esta semana vocacional es, fundamentalmente, un tiempo dedicado a orar por las vocaciones consagradas, las sacerdotales y las religiosas. Además de la oración para que Dios “envíe operarios a su mies”, en los dos fines de semana se hará una colecta para ayudar al seminario y a los seminaristas de la diócesis. El obispo marplatense, Mons. Antonio Marino, envió un mensaje en el que sostiene que el cuidado por las vocaciones de especial consagración involucra a toda la Iglesia y aclara que en esta categoría incluye, en primer lugar, las vocaciones al sacerdocio ministerial, pues la ausencia o la escasez de sacerdotes resulta ser un problema y un desafío para la comunidad cristiana.
Esta semana vocacional constituye, fundamentalmente, un tiempo dedicado a orar por las vocaciones consagradas, las sacerdotales y las religiosas. Si bien son necesarias todas las vocaciones -vida laical, matrimonial y consagrada- en esta ocasión se pedirá muy especialmente por las vocaciones sacerdotales que tanta falta hace a la Iglesia.
Además de la oración para que Dios “envíe operarios a su mies”, tal como lo pidió el mismo Jesús, en los dos fines de semana que abarcará la semana, se realizará una colecta para ayudar al seminario y a los seminaristas de la diócesis.
Como todos los años, el obispo de Mar del Plata escribe un especial mensaje para reflexionar sobre este tema. En esta oportunidad el obispo diocesano, monseñor Antonio Marino, sostiene en su mensaje que el cuidado por las vocaciones de especial consagración involucra a toda la Iglesia en su conjunto, y aclara que en esta categoría incluye, en primer lugar, las vocaciones al sacerdocio ministerial, pues la ausencia o la escasez de sacerdotes resulta ser un problema y también un desafío para toda la comunidad cristiana.
Pero también se refiere a las vocaciones a la vida consagrada caracterizada por la profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia, cuyos nombres principales son la vida monástica, las vírgenes consagradas, la vida religiosa, los institutos seculares y las sociedades de vida apostólica.
Tras reflexionar sobre la importancia de descubrir la dimensión eclesial y comunitaria del regalo de la vocación, el prelado marplatense señala que es el mismo Señor quien nos manda orar por las vocaciones y debemos tomar en serio este deseo. Nadie está más interesado en que no se pierda lo sembrado que el mismo dueño del campo. Lo que Dios desea otorgarnos, nos lo quiere dar en respuesta a nuestra oración. De ahí que debemos estar convencidos de que la oración es la primera y principal colaboración en la pastoral vocacional de la Iglesia.
Pero junto con esta afirmación fundamental, agrega el obispo, debemos recordar que la oración en sus distintas formas no nos exime de otras formas de colaboración con la gracia divina, como la predicación y enseñanza sobre el tema, el ambiente familiar marcado por la fe, la vida parroquial y los grupos apostólicos, el servicio litúrgico, el compromiso en actividades caritativas, la dirección espiritual, el testimonio de vida sacerdotal o consagrada son, con frecuencia, la mediación humana de que se sirve la gracia para despertar una vocación.
En la parte final de su mensaje, tras referirse al cúmulo de dificultades de todo orden que se oponen a las vocaciones a la vida sacerdotal o consagrada, monseñor Marino concluye con una invocación a la Virgen María:
Inmaculada Madre de Dios y Madre de la Iglesia, pastores y fieles levantamos los ojos y miramos los campos que ya están madurando para la siega. Pero la cosecha es abundante y los trabajadores pocos. Por eso te pedimos que nos acompañes, como lo hiciste con los apóstoles en la hora primera de la Iglesia.
Sagrario del Espíritu Santo, implora sobre nosotros la efusión del Espíritu del Padre y del Hijo, para que con su luz se manifiesten las vocaciones al ministerio sacerdotal y a la vida consagrada. De su poder esperamos maravillas, y de tu intercesión la experiencia de la bondad de Dios.
Virgen gloriosa y bendita, con la voz de la Iglesia -que en tus labios alcanza su máxima expresión- pedimos sacerdotes que enseñen, santifiquen y guíen al pueblo de Dios, consagrados y consagradas que den testimonio radical del Evangelio. Cuida las vocaciones que vacilan y socorre a tus hijos en sus luchas. Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios. Amén.+
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