Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara
Amigas, amigos:
Quiero en esta ocasión compartir con ustedes un fenómeno que está siendo cada vez más evidente, especialmente en Europa, y más en concreto en Francia, país laico que últimamente se ha distinguido por la proliferación de estudios serios y de manifestaciones masivas en favor de la dignidad de la vida humana y en favor del matrimonio entre hombre y mujer como base de una sana Sociedad y en búsqueda del bien común.
Llama la atención que tales análisis y profundizaciones sobre dicho tema, y estas multitudinarias manifestaciones públicas sean llevadas a cabo por la ciudadanía en general, por organizaciones inter-religiosas y por distintos grupos de pensamiento diverso que, unidos, están expresando su sentir mediante estas legítimas vías.
¿No será, acaso, que Francia, como otras naciones europeas, por ejemplo Polonia o Hungría, están viniendo de regreso respecto a posturas e ideologías que ellos mismos habían juzgado progresistas y avanzadas? ¿No será que están comprendiendo que en el aborto no hay futuro para la vida humana? ¿No estarán comprendiendo que el verdadero futuro de una Sociedad está en el amor vivido a diario por un hombre y por una mujer que se comprometen en favor de la vida? Hay que estar muy atentos a estos signos, porque pareciera que nosotros, países subdesarrollados en tantos aspectos, apenas vamos, cuando estos países del primer mundo ya vienen de regreso.
No hay, pues, que dejarnos arrastrar ni dejarnos guiar por quienes meten ruido e inquietudes y que hablan por ejemplo de la defensa de los supuestos derechos sobre el propio cuerpo o de los ‘derechos sexuales de las minorías’, y que todo esto sólo lo convierten en un caos, en una confusión, en un desorden, especialmente en perjuicio de los adolescentes, los niños y las nuevas generaciones. Aprendamos de esos países desarrollados, bien formados, que anduvieron por ese camino equívoco, pero que ahora están rectificando y enmendando crasos errores cometidos.
La vida es el principio de todos los demás derechos, de todos los demás bienes que el hombre ama en este mundo. Por lo tanto, los exhorto a que estemos siempre a favor de la vida, a favor de la familia constituida por la Ley Natural y la Ley de Dios, y siempre a favor de lo mejor para el ser humano.
Yo los bendigo en el nombre del Padre,
y del Hijo y del Espíritu Santo.
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