A propósito de su Consagración Episcopal, el 5 de junio de 1991, el Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, señaló que en cada lugar en el que ha ejercido su ministerio, la vivencia de la Fe tiene diferentes acentos.
Yara Martínez González
Tras cinco lustros de que fue ordenado Obispo, el décimo Arzobispo de Guadalajara, Cardenal Francisco Robles, ha experimentado un cambio notable en la religiosidad de las personas, sobre todo en cuanto a la diversidad de creencias y la vivencia de la Fe, que en cada una de las regiones del país se expresa con diferentes acentos.
En entrevista con los Medios de Comunicación al término de la Misa dominical en la Catedral Metropolitana, señaló que en la actualidad ocurren con frecuencia los cambios de religión, hecho que calificó como una migración de creencias que, en muchas ocasiones, a ningún lado llevan.
“Yo considero que en el tema de la vivencia de la Fe, de la religiosidad de las personas, ha habido un cambio, una apertura a una diversidad de creencias; una emigración, pudiéramos decir, de católicos a otros Credos; pero también, a veces, el retornar de muchos que se han ido, de volver, y otros que, habiéndose ido, se inscriben en otras creencias y acaban por tener nada. En este aspecto de la religiosidad, sí he experimentado un cambio”.
El también Presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano recordó parte de lo que ha sido su ministerio episcopal desde aquel 5 de junio de 1991, cuando, por nombramiento del Papa Juan Pablo II, asumió como Obispo Auxiliar de Toluca, en el Estado de México, donde permaneció por 12 años,
“Primero estuve cinco años como Auxiliar de Toluca, y un año como Administrador en esa Sede por estar vacante al morir el Obispo Residencial. Después de esos seis años, cinco como Auxiliar y uno como Administrador, el Papa me ratificó como Obispo de Toluca, y estuve otros seis años. Ahí permanecí por 12 años. Posteriormente, fui trasladado a Monterrey, donde duré nueve años como Arzobispo, y de ahí, aquí a Guadalajara, donde ya llevo cuatro”.
Aseguró que en cada lugar que se le ha asignado, la vivencia de la Fe y el compromiso cristiano se percibe de diferente manera, siendo Guadalajara a la que calificó como un pueblo caracterizado por su devoción a la Santísima Virgen María, pero al que le falta ir empatando más las creencias con la trasformación del entorno familiar y social y el actuar como ciudadanos. De Toluca, destacó la mezcla de culturas indígenas; y de Monterrey, la practicidad con la que ejercen la religión.
“Son tres partes de la República en las que he estado: el Centro, en Toluca; en el Norte, Monterrey, y aquí, y cada Región, por así decir, tiene su característica en este tema de la religiosidad. El Estado de México es de mucho arraigo, pero con mucha mezcla en los elementos culturales indígenas. En el Norte, el norteño es religioso, pero muy práctico; es decir, cada momento religioso lo vive, y a lo que sigue, a trabajar, pues hay un compromiso social muy intenso. Aquí, en nuestra Región, ustedes lo observan, hay, gracias a Dios, todavía mucha religiosidad, caracterizada por el acento mariano”.
ATENCIÓN, AUTORIDADES
Respecto a otros temas, el Arzobispo Metropolitano hizo un llamado a las Autoridades para poner especial atención en los lugares que se ostentan como Centros de Rehabilitación contra las adicciones, en donde se proponen dinámicas que, lejos de ayudar a los internos, derivan en abusos que atentan contra sus Derechos Humanos.
“En esto, las Autoridades deben poner un ojo muy atento, porque la experiencia nos va diciendo que no es un asunto aislado, que es una situación que se está dando con frecuencia, de tal manera que debe haber vigilancia por parte de las Autoridades correspondientes sobre cómo se origina un Centro de éstos, bajo qué patrones y qué permisos”.
La misma atención pidió, pero para frenar la ola de homicidios, que a últimas fechas se ha incrementado en el Estado. Dijo que ésta es una situación muy alarmante, que no sólo le toca combatir al Gobierno, sino a la Sociedad, a las familias, quienes deben educar y vigilar las actividades que realizan y las personas con quienes conviven los jóvenes.
“Es un tema muy grave, que se viene complicando. Es muy alarmante, independientemente de que los ejecutados estén ligados al narcotráfico o no, se trata de vidas humanas, que son eliminadas de forma, vamos a decir, con toda desventaja y contra la Ley. Eso debe preocuparnos porque es un desprecio a la vida, una muestra de inseguridad y una alarma vivir en ese riesgo toda la ciudadanía”.
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