El Tribunal de la Ciudad del Vaticano, encabezado por el juez Giuseppe dalla Torre, ha condenado a 18 meses de prisión al sacerdote español Lucio Vallejo Balda por filtración y divulgación de documentos confidenciales de la Santa Sede, en el proceso llamado Vatileaks2.
Después de cinco horas y media de reunión de la cámara de consejo, el Tribunal decidió suspender la pena de cinco años para la ex -relaciones públicas italiana Inmaculada Francesca Chaouqui, y fue condenada a 10 meses de prisión.
La mujer, que ha dado a luz un hijo varón hace tres meses, no irá a la cárcel debido a que recibió la condicional en una pena inferior a un año. Pero, si en los próximos cinco años recae en el mismo delito podría acabar la suspensión. Además ha sido absuelta por el delito de “asociación para delinquir”.
El exsecretario de Vallejo Balda, el administrativo Nicola de Maio, ha sido absuelto y lució desde el principio conmovido.
Por su parte, los dos periodistas italianos, Gianluigi Nuzzi y Emiliano Fittipaldi, han sido absueltos porque el tribunal vaticano ha declarado su “defecto de jurisdicción” al juzgarlos.
No fue un juicio contra la libertad de prensa
Nuzzi y Fittipaldi, autores de los libros Via Crucis y Avarizia respetivamente, que utilizaron los documentos reservados de la Santa Sede, lucieron conformes con el veredicto.
“Valió el derecho a la crónica. Uno puede ser musulmán, judío o católico. Si uno publica una crónica debe ser protegido. Es un día maravilloso… estoy contento por el resultado de la sentencia para mí y Emiliano (Fittipaldi)”, dijo Nuzzi con los ojos entumecidos apenas salió del tribunal.
El presidente del colegio de los jueces ha subrayado que la ey vaticana garantiza el “derecho divino, de la libertad de manifestar la opinión y de la libertad de prensa”.
Jurisdicción no existe en el caso de Nuzzi y Fittipaldi
“El Tribunal en base al motu propio del papa Francisco […] aplica, en ciertos delitos, a los oficiales de la Santa Sede en ejercicio de sus funciones una pena por divulgar información; los periodistas no lo eran”.
Por ello, el Tribunal ha declarado no tener autoridad sobre dos ciudadanos italianos.
El comentario desde el Vaticano
¿Se debía hacer el juicio? “Sí, se debía hacer. Porque hay una ley, además una ley reciente (2013) y promulgada para evitar la fuga de noticias. En los últimos años ha sido desarrollado el sistema jurídico y penal vaticano para hacerlo más completo y ponerlo a la altura de las exigencias actuales para contrastar la ilegalidad en varios ámbitos”, explicó Federico Lombardi, director de la oficina de información de la Santa Sede.
“No se pueden declarar intenciones y establecer normas” y no ser “coherentes en ponerlas en práctica, no persiguiendo a quien no respeta las leyes”, añadió.
Lombardi advirtió que las “tensiones y polémicas internas vaticanas”, que luego salen al exterior como “indiscreciones internas” alimentan un círculo vicioso de desinformación.
Además crean un “contexto ambiguo” con consecuencias negativas para la “opinión pública” que al final se convierten en “una enfermedad”, parafraseando al papa Francisco, que pide combatirla con determinación.
Vallejo Balda, reo confeso de haber entregado los documentos reservados, podría presentar apelo al tribunal y tiene tiempo hasta este sábado. Por lo tanto, seguirá en estado de semi-libertad durante los próximos días.
Después de haber pagado nueve meses de cárcel, la pena podría continuar para sumar los 18 meses de condena, mientras no presente dicho apelo y se reabra el caso.
Se trata de un juicio penal y no existe la posibilidad de que haya un juicio eclesiástico para el monseñor español que continuará siendo sacerdote de la Iglesia católica.
Reacciones durante la lectura del veredicto en el aula
Al lado de la Basílica de San Pedro, hemos visitado el aula del Tribunal, ubicada en el Palacio de Justicia para esperar la sentencia. Vallejo Balda esperaba el veredicto con tranquilidad y sonriendo como si no fuera con él el asunto. La sentencia fue leída a las 17.20 (hora de Roma).
Detrás del estrado, unas pocas sillas de plástico y un banco de madera clásica de roble para escuchar el final del proceso. Chaouqui salía y entraba del aula con nerviosismo mientras se esperaba la lectura. Fittipaldi parecía más ansioso que Nuzzi.
Chaouqui y Vallejo Balda no se saludaron al llegar al aula, adornada con el símbolo pontificio de Pío XI bajo un amplio techo, y se sentaron en los extremos, mientras en la mitad estaban sentados Nuzzi, Fittipaldi y Maio. Este último recibió una voz de coraje por parte del canciller del tribunal. “¿Quiere agua? Ánimo”.
Al final, el juez dictó sentencia y los implicados se abrazaron en señal de júbilo por el fin del proceso que inició en noviembre de 2015 y se dividió en 20 audiencias.
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