Beatas mártires carmelitas de Guadalajara, España
Pbro. Tomás de Híjar Ornelas
Cronista Arquidiocesano
La palabra Guadalajara castellaniza el topónimo árabe “wd al-aarah”, nombre primitivo del Río Henares, que circunda por el Oeste la ciudad castellana de ese nombre, a 56 kilómetros de Madrid; significa ‘río de piedras’ en alusión al ralo caudal del torrente y a la abundancia de cantos rodados en su lecho. Allí nació, hacia 1490, don Nuño Beltrán de Guzmán, expedicionario que encabezó la primera avanzada que en el ya lejano 1529 echó los linderos de lo que sería en esta parte del mundo el Reino de la Nueva Galicia, y en su honor se bautizó así el primero de cuatro asentamientos; los tres, efímeros (Nochistlán, Tonalá y Tlacotán), antes de ser ocupado el Centro del Valle de Atemajac.
HACE 80 AÑOS…
El 24 de julio de 1936, en las calles de aquella pequeña ciudad española tuvo lugar un episodio que dio pie a un acto que encabezara el Papa Juan Pablo II en la Basílica Vaticana el 29 de mayo de 1987: la Beatificación de las tres primeras Mártires de la Persecución Religiosa en España. En la primera de estas fechas, por la tarde, tres de las 18 Carmelitas Descalzas del Monasterio de Guadalajara, ciudad poco antes tomada por las milicias anarquistas, fueron tiroteadas en la vía pública al tiempo que buscaban un refugio. Sus nombres de Religión eran María Pilar de San Juan Crisóstomo, María Ángeles de San José, y Teresa del Niño Jesús y de San Juan de la Cruz. Pese a llevar atuendo civil, fueron identificadas por sus verdugos, uno de los cuales exclamó nada más al verlas: “¡Son monjas!, disparad sobre ellas”, invitación que fue también sentencia de muerte para esas tres mujeres inofensivas e inocentes. María Ángeles, de 31 años, murió en el acto. María Pilar, de 58, sobrevivió a los primeros impactos sólo para recibir las feroces cuchilladas de un miliciano, y aun así seguir viva unas pocas horas más. Teresa del Niño Jesús, en cambio, si bien salió ilesa del primer tiroteo, pero quedando a merced de sus perseguidores, luego de resistirse a ser ultrajada, recibió por la espalda una lluvia de balas, que recibió con los brazos en cruz mientras exclamaba “¡Viva Cristo Rey!” Tenía 27 años.
Los cuerpos de las Religiosas fueron sepultados a toda prisa en una fosa común del Cementerio de Guadalajara, junto con otras víctimas de la sanguinaria Guerra Civil Española. Se les exhumó en 1941, pudiéndoseles reconocer por los restos de sus escapularios carmelitanos, correas del hábito y los crucifijos que cada una llevó hasta el final.
LAS MÁRTIRES CARMELITAS
Por el número de víctimas y los estragos al patrimonio artístico, histórico y monumental, la Persecución Religiosa en España de hace 80 años puede calificarse como la más bárbara de todos los tiempos. Solamente el número de Consagradas ascendió a 6,832 víctimas en territorio republicano: 13 Obispos, 4,184 Presbíteros, 2,365 Religiosos y 283 Religiosas.
María Pilar de San Francisco de Borja se llamó, de bautizo, Jacoba Martínez García. Nació en Tarazona, Zaragoza, en 1877. En 1898 ingresó al Carmelo de Guadalajara y vivió en él 38 años, hasta su martirio. Entre sus muchas virtudes destacó por su amor al recogimiento y a la soledad.
Teresa del Niño Jesús fue bautizada como Eusebia García y García. Era de Mochales, aldea del Partido de Guadalajara (muy cerca de Madrid), donde nació en 1909. De sus ocho hermanos, dos fueron Sacerdotes, y una más, Religiosa. Ingresó al Carmelo a los 16 años de edad. Sobresalió como Organista y Enfermera; tenía un gran espíritu de trabajo, y éste y la mortificación le eran muy agradables como medio de santificarse.
María Ángeles de San José vino al mundo como Marciana Valtierra Tordesilla, en Getafe, en 1905. “Guapísima de cuerpo y alma, atraía por todos los conceptos. Era prototipo de humildad, y daba gusto verla comulgar”, afirmó una testigo de su Causa. Ingresó al Carmelo a la edad de 24 años. La caridad y el olvido de sí misma fueron sus principales cualidades.
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