Jorge Cadena Romo,
1° Teología
Dentro de los estudios del Seminario, julio es el mes destinado a la Formación Pastoral de los Seminaristas, a través del trabajo misional en diversos destinos a lo largo y ancho de nuestra Arquidiócesis.
Sin embargo, la Generación que se dispone a iniciar los estudios de Teología, estas semanas constituyen un paréntesis dedicado al «curso propedéutico», cuyo fin, consiste en ayudar a optimizar dicha transición; se trata de evaluar el camino recorrido, replantearse objetivos, y prepararse para iniciar la última etapa formativa como un grupo, lo más integrado posible.
Para ello, los jóvenes pasan estos días en diversos Retiros, Talleres y Pláticas.
Buscando el Norte
Este año tuvo la peculiaridad de ver a los grupos de 3° y de 2°, concluir simultáneamente los estudios de Filosofía, por ser cuando entró en vigor la reducción de esta etapa de la Carrera: de tres años, a sólo dos.
Nosotros, la última Generación que completó el viejo plan, este 10 de julio partimos jubilosos hacia Temastián, al Norte de Jalisco.
El pueblo, en sí, merece un par de palabras: en primer lugar, es la sede del célebre Santuario del Señor de los Rayos. Las fiestas, del 3 al 12 de enero, convocan a grandes cantidades de peregrinos, aunque ciertamente, nunca se dejan de recibir fieles que, con sencillez y una robusta fe, vienen a suplicar un milagro, o para agradecerlo
Asimismo, es de notar que gran parte de las edificaciones del pueblo están construidas en bloques de cantera rosa (110 Kg. cada uno), dándole un aspecto muy distintivo.
Una de ellas, que comprende aproximadamente cincuenta habitaciones dispuestas alrededor de un jardín central, es la que –junto a nuestros dos Padres formadores- nos aloja a los sesenta y dos Seminaristas, que de igual manera, desayunamos y comemos en el recinto cural, lo cual habla de la generosidad de nuestro anfitrión, un cercano señor Cura Rosendo Sánchez Carvajal, y toda la gente que lo apoya.
La cena nos es ofrecida en los mismos barrios donde, por equipos, hemos sido asignados, lo cual marca el gratificante fin de cada jornada. Es conmovedor constatar el cariño que la gente sigue sintiendo por el Seminario y quienes nos preparamos para el Sacerdocio.
Para llenar el alma y los ojos
Los días empiezan con lo más importante (después de asearse un poco): la Santa Misa. A las 9.30, los temas. La primera semana fue un estupendo Retiro a cargo del Grupo Vida Plena en Jesús. En la segunda, hubo una notable plática sobre el perdón, impartida por nuestro propio compañero, Víctor Gaucín; mientras que el resto, fue un Taller sobre madurez afectiva y sexualidad, útil en muchos aspectos.
Los dos fines de semana se han realizado bellos paseos a pie, a través de una magnífica campiña que nos ha llevado a Totatiche, tierra de San Cristóbal Magallanes, y a La Mesa de la Virgen, respectivamente. Éste último es un antiguo asentamiento en ruinas, enclavado al borde de una ladera de la Sierra, con espectaculares vistas.
Tras instalar nuestras tiendas de campaña, la Capilla abandonada sirvió como centro de operaciones y refugio bajo la tormenta que, inmediatamente siguió, para sobresalto de algunos.
Eso no arruinó la posterior fogata, alrededor de la cual se armó la alegre convivencia.
Dos semanas han pasado volando, queda aún la tercera, en que anticipamos la presencia del ‘Padre Chayo’, con todo lo que podemos esperar de su sabiduría y de su humor. Y ciertamente, quisiera que, después de esta experiencia, el Seminario -y en último término, el pueblo de Dios que aguarda a ser servido- puedan esperar de nosotros una Generación más santa y más unida, que siga con entusiasmo ese ejemplo de Cristo en las etapas venideras.
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