“Cracovia es la capital de la Misericordia. A partir de aquí surgirá una ‘chispa’ de la misericordia divina, así como escribió una vez la hermana Faustina (…) El Señor quiere mostrarnos algo: que este es el camino hacia el futuro, el camino de la Iglesia, el camino para las sociedades”, expresó en diálogo con EWTN el Arzobispo de Cracovia en Polonia y secretario personal de San Juan Pablo II por más de 40 años, Cardenal Stanislaw Dziwisz.
En 1938, cuando el joven de 18 años, Karol Wojtyla (después Juan Pablo II), llegó a Cracovia para estudiar en la Universidad Jagiellonica, Sor Faustina ya tenía 33 años y vivía en un convento de la ciudad. La Santa falleció el 5 de octubre de aquel año, justo cuando el que sería Papa 40 años después empezaba el primer curso de filología polaca.
Aunque nunca se conocieron, la providencia unió sus caminos: San Juan Pablo II canonizó a Sor Faustina en el año 2000 y estableció el segundo domingo de Pascua como el “Domingo de la Misericordia Divina” para toda la Iglesia.
Hoy el camino de ambos vuelve a unirse nuevamente, 32 años después de ser convocada la primera Jornada Mundial de la Juventud por el mismo San Juan Pablo II, en 1984.
“Santa Faustina era una monja extraordinaria, no tuvo educación, sin embargo Cristo la llamó y le confió la misión de llevar el mensaje de la Divina Misericordia a todo el mundo. Es útil recordar sus palabras: ‘La humanidad no encontrará ni paz ni tranquilidad hasta que no se vuelva con confianza a Mi Divina Misericordia’ (…) Tal vez algún día la devoción a la misericordia divina se vuelva realidad, para que así podamos vivir en paz, tanto en Europa como en el mundo”, dijo el Cardenal Dziwisz.
Como explicó el Arzobispo, a Santa Faustina (1905-1938) Dios le reveló el misterio de su Misericordia, cuando ella vivía en un convento de Varsovia.
La religiosa consiguió un alto grado de unión con Dios y luchó por vencerse a sí misma y alcanzar la santidad. El Señor le concedió revelaciones, visiones del cielo, el purgatorio y el infierno; el don de la profecía, la gracia de leer las almas y los estigmas ocultos.
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“Seguido a ella, Dios nos regaló a un segundo apóstol de la Misericordia para concretar el mensaje. Ese segundo apóstol es San Juan Pablo II. La idea de la misericordia divina ha estado siempre presente de alguna manera en su magisterio, documentos, homilías y discursos –podemos notarlo en la actualidad–. Incluso hoy en día, podemos y debemos pensar en este Papa como un Papa de la Divina Misericordia, del mismo modo que lo hacemos con Santa Faustina”, dijo el Arzobispo de Cracovia a EWTN.
Tras la muerte de Juan Pablo I, el 16 de octubre de 1978, por primera vez en 456 años, se eligió al primer Papa no italiano: el polaco Juan Pablo II (1920-2005).
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El amor por los jóvenes de este pontífice lo llevó a crear las Jornadas Mundiales de la Juventud que hasta hoy se celebran.
En su primera aparición, el día de la inauguración del pontificado, invocó fervorosamente a los jóvenes: “¡Vosotros sois el futuro del mundo! ¡Vosotros sois la esperanza de la Iglesia! ¡Vosotros sois mi esperanza!”.
Uno de sus gestos más recordados fue el perdón al turco Alí Agca que le disparó en la Plaza de San Pedro e incluso lo visitó en la cárcel.
“Él no actuó cuando fue Papa... Era un pastor auténtico... El pueblo entendió eso de él. Lo reconocieron como un pastor que estaba dedicada a su rebaño... No era un asalariado, sino un verdadero pastor”, recordó el Cardenal Dziwisz.
Después de beatificar en 1993 y canonizar en el año 2000 a Santa Faustina, y establecer el “Domingo de la Misericordia Divina” para toda la Iglesia, San Juan Pablo II viajó a Cracovia en el 2002 y consagró al mundo a la Divina Misericordia.
El Papa Juan Pablo II fue beatificado por el Papa Benedicto XVI y declarado santo junto al Papa Juan XXIII, por el Papa Francisco el 27 de abril de 2014, también Fiesta de la Misericordia.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 26 de julio de 2016
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