“El deporte también es una fiesta”, explicó el Santo Padre. “Una fiesta no privada de contenido, porque transmite valores siempre necesarios en una sociedad como la nuestra, que se caracteriza por ser una sociedad ‘líquida’, privada de puntos de referencia”.
Afirmó que “vuestro deporte se practica en el agua, pero no es un deporte ‘líquido’, todo lo contrario. Es muy ‘sólido’, exige un esfuerzo constante y fortaleza de espíritu”.
“Por esta familiaridad que tenéis con el agua, me agrada recordar las palabras de San Francisco de Asís: ‘Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua, la cual es muy útil, humilde, preciosa y casta’”, señaló.
El Pontífice subrayó que “vuestros desafíos, competir, vivir en contacto con el agua, pueden ser también una contribución a la construcción de una cultura del agua diferente: el agua es vida, sin agua, no existe la vida. Y hablar de vida es hablar de Dios, origen y sustento de la vida, y también de nuestra vida cristiana que comienza con el signo del agua, con el Bautismo”.
“El agua en la cual nadáis, os sumergís, competís, reclama una diversidad de atenciones: el valor del cuerpo, que debe ser cuidado y no idolatrado; la necesidad de una interioridad de la búsqueda del sentido a aquello que hacéis; la fuerza y la valentía en la resistencia ante la fatiga; la visión clara de adónde se quiere llegar en la vida y cómo conseguirlo; el valor de la autenticidad, así como de la transparencia, pureza y limpieza interior”.
Por último, el Papa Francisco recordó que “en contacto con el agua, se aprende a tener aversión hacia todo aquello que nos contamina, en el deporte y en la vida”.
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— ACI Prensa (@aciprensa) 24 de junio de 2017
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