Mtro. Juan José Esquivias López*
Una tragedia silenciosa causa conmoción, desde la muerte por ahorcamiento de una adolescente de 13 años hasta el parricidio del pasado 8 de junio en la ciudad de México, son expresión de un fenómeno de descomposición social.
Después de la impresión de “tragedias silenciosas” brotan las preguntas ¿La pérdida de un juicio legal lleva a la pérdida de un juicio racional? O ¿Será que al juicio le faltó asistencia de lo racional? ¿O fue tan racional que desbordó lo emocional? La lucha ante la falta de comprensión y de resiliencia para enfrentar las dificultades y el temor a la pérdida de la custodia de los hijos, cedió al desquebrajamiento de una adolescente y de una mujer madura. Dos tragedias que silenciaron la vida de 6 personas.
Muertes silenciosas, sin estruendos momentáneos, una tragedia cada vez más desafiante para la salud mental de las personas y la salud social de nuestros entornos. ¡Se pierden vidas! Y con ellas la sociedad, así lo afirma el sociólogo francés Émile Durkheim “No son los individuos lo que se suicidan, sino que es la sociedad la que se suicida a través de ciertos miembros suyos”. Hay un desajuste emocional en las personas, pero hay también un desajuste –anomia- social.
Arantza y Regina de 6 años, Emiliano de 10, Leticia de 13, Mireya de 38, Enrique de 70,… la conmoción de tragedias silenciosas que acontecen día con día; que se llevan la vida de muchos, la de los que se van y las de los que se quedan; el suicidio en el mundo es la segunda causa de muerte entre jóvenes de 15 a 29 años de edad, según el informe de la OMS, 2014.
¿Leticia sería una adolescente sin valores? ¿Mireya sería una madre sin valores? O mejor podemos hablar de dos mujeres –que igual pudieran ser Andrés y Felipe- miembros de una sociedad que desvaloriza el cuidado de la persona, el aprecio por la vida, la salud mental de sus habitantes. No pretendo comprender las razones de Leticia y Mireya, que sin dudas las tuvieron, quisiera mejor acercarme a lo que alcanzo a ver del contexto de estas tragedias silenciosas: Los silencios y la soledad que viven los niños y adolescentes; la necesidad de habilidades emocionales, sociales y espirituales para saber hacer frente a las dificultades de la vida; la falta de políticas y el acceso a sistemas de salud integral, sobre todo la atención a la salud mental de las personas.
Las tragedias silenciosas: los homicidios, el parricidio, la esquizofrenia, la violencia autoinfligida, ¡pueden ser prevenibles! ¿En qué están distraídos los padres de familia? ¿Dónde está la vocación de las escuelas? ¿Cuáles son las prioridades del gobierno y sus instituciones?
*Director de Decide Vivir
México, A.C.
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