La gente tiene la palabra

Luis Sandoval Godoy


161- Cuando estoy comiendo, no conozco
PERS0237-2Si preguntamos a la memoria, si acuciamos situaciones vividas, todos tenemos un recuerdo más o menos amargo de casos de egoísmo humano.

Yo tengo lo mío, me rasco con mis uñas; si te asomas, no te conozco, y menos aún tus dolencias, menos tu historia de dolor, el peso de tu hambre.

Tal vez no se den los hechos con tan abierta crudeza; ciertamente, si se vive en la prosperidad y en la hartura, suelen dejarse de lado los pesares de los otros.

Ya se perdió el acento humano, la cálida misericordia de tiempos y pueblos donde una gente iba a la mesa sin olvidar al vecino, al necesitado, al hambriento.


162- Cuesta un ojo de la cara

Hay negociantes que traen incrustado en la vida un signo de pesos y andan a la caza de aquel logro, del otro negocio, de la oportunidad de una nueva ganancia.

Son hombres con alma dura, con corazón recio, que no dudan en atropellar al prójimo, o lastimar al compadre, cuando andan buscando un beneficio.

Y en su modo de pensar y de decir, hablan de algo que “cuesta un ojo de la cara” para dar a entender que viven el riesgo de perder lo que más puede ser cuidado.

Hay que decir a estos tales que se midan, que vean a los demás con espíritu humano y que recuerden que hay valores eternos arriba de un lucro terrenal.


163- Caminito que todos tenemos que andar
Cuatrocientos kilómetros tiene la ciudad donde vive Zenaida; ah, pos fue mi tía Zenaida la que me dijo eso: atento, sobrino, con este obligado caminito.

No te hagas disimulado ni te andes escondiendo entre las matas tan crecidas de esos quelites, ahora que florecen las lluvias en cielos de esperanza.

Ni le des vueltas ni te hagas el desconocido: el caminito viene como atado con nudo ciego a los pies de todo hombre, y nadie podrá nunca evitarlo.

Es el caminito por donde todos vamos y por donde viene tu tía Zenaida asomando a sus finales, en esta soñada ciudad que dizque tiene cuatrocientos kilómetros.


164- Con cara de sargento mal pagado
Mejor ni lo veas; pásate a la otra banqueta mientras el tal ese viene tan arrogante y engreído, manoteando y gritando órdenes al pelotón de soldados.

Se nos suelen ponderar fulgores de honor en lo que México debe a sus soldados, en lo que hemos de pensar y decir acerca de nuestro glorioso Ejército.

La verdad es que hay recuerdos ingratos, historia de abusos y de atropellos que sufrió el pueblo mexicano en los episodios violentos de la Historia.

Muchas personas tienen imagen del soldado como de un personaje de gesto duro, de amenaza y riesgo, y más si no ha recibido el pago de la quincena.


165- Como si lo estuvieras viendo
Ya ni qué preguntar: míralo, tócalo, lleva tu mano en su pelambre sedosa, como cuando el gato se te sube sobre las piernas para que lo acaricies.

“Lo que se ve no se pregunta”, dice en otra expresión nuestra gente; lo que cuentan los políticos, lo que prometen los funcionarios, queda muchas veces en veremos.

En la realidad monda y lironda, así hay que caminar por la vida: sobre hechos palpables, sobre verdades que no dejan ni un asomo de desconfianza o de duda.

Pero hay que decirlo: el mundo falla, la gente miente; sólo hay verdades con firmeza profunda, y éstas son las verdades de Dios, las que nos muestra la Iglesia.


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