Matrimonio y familia, la usina para ejercitar la cultura del encuentro



Buenos Aires (AICA): El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, destacó la muy estrecha relación que existe entre laico, familia y Doctrina Social de la Iglesia (DSI), en una conferencia magistral en el marco del Encuentro Nacional de Doctrina Social de la Iglesia, que se realizó el miércoles 18 de septiembre en las instalaciones de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), de la capital santafesina. “El único modo de que una persona, una familia, una sociedad crezca, la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio. Por eso, la exhortación del Papa fue contundente: ‘Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro’. El matrimonio y la familia son la usina central y básica donde se genera ese servicio de comunión y se ejercita la cultura del encuentro”, subrayó citando al pontífice argentino.

El arzobispo de Corrientes, monseñor Andrés Stanovnik OFMCap, destacó la muy estrecha relación que existe entre laico, familia y Doctrina Social de la Iglesia (DSI), en una conferencia magistral en el marco del Encuentro Nacional de Doctrina Social de la Iglesia, que se realizó el miércoles 18 de septiembre en las instalaciones de la Universidad Católica de Santa Fe (UCSF), de la capital santafesina.

El prelado recordó –tomando como fundamento el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia- que “el compromiso social de los fieles laicos es el servicio a la persona humana y a la promoción de su dignidad, como el don más precioso que posee” y precisó que “esa promoción implica, ante todo, la afirmación del inviolable derecho a la vida, desde la concepción hasta la muerte natural; el reconocimiento de la dimensión religiosa del hombre; el derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa; y en el actual contexto cultural, adquiere especial urgencia el compromiso de defender el matrimonio y la familia”.


“Se trata de una tarea esencial, es más, en cierto sentido es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia humana. Al respecto, el primer criterio de discernimiento para actuar ese servicio consiste en el compromiso y en el esfuerzo por la propia renovación interior, porque de la conversión del corazón brota la solicitud por el hombre amado como un hermano. Y para completar este criterio se afirma taxativamente que los fieles laicos deben trabajar a la vez por la conversión de los corazones y por el mejoramiento de las estructuras”, agregó.


El arzobispo correntino advirtió también sobre “la turbulencia cultural en la que se encuentra el matrimonio y la familia, la cuestión de fondo está en la concepción misma de la persona humana” y ratificó que, “según el designio de Dios, la pareja constituye la expresión primera de la comunión de las personas, de allí que la familia es considerada como `el lugar primario de la humanización de la persona y de la sociedad’ y ‘cuna de la vida y del amor’. De allí la importancia de la familia para la persona y para la sociedad”.


Tras afirmar con palabras del beato Juan Pablo II que “la familia es la primera estructura fundamental a favor de la ‘ecología humana”, subrayó que la familia se “convierte también en la base para la convivencia social”, por lo que ha de ser prioridad de la sociedad y al Estado.


Por último, monseñor Stanovnik citó un reciente discurso pronunciado por el papa Francisco en Brasil, en el que insistió sobre “la cultura del encuentro”, a la que consideró “una enorme deuda que pesa sobre nuestro pueblo. Todos sabemos que la persona se capacita o se anula para encontrarse con otras en la familia. La cultura del ‘descarte’ –trágico resultado del desencuentro entre las personas–, de la que también habló mucho el Santo Padre, tiene sus primeros pasos en la familia: allí debemos preguntarnos qué lugar le damos al anciano y al niño; cuánto escuchamos a los hijos adolescentes y qué tiempo pasamos con ellos; y cómo se tratan los cónyuges entre sí. La sociedad no es más que el reflejo de la cultura de los vínculos que se practica en el matrimonio y en la familia”.


“El único modo de que una persona, una familia, una sociedad, crezca; la única manera de que la vida de los pueblos avance, es la cultura del encuentro, una cultura en la que todo el mundo tiene algo bueno que aportar, y todos pueden recibir algo bueno a cambio. Por eso, la exhortación del Papa fue contundente: ‘Ser servidores de la comunión y de la cultura del encuentro’. El matrimonio y la familia son la usina central y básica donde se genera ese servicio de comunión y se ejercita la cultura del encuentro”, concluyó.


Informes: institutodsi@gmail.com .+


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