“Toda una cultura a remodelar”, por el cardenal Martínez Sistach


“Toda una cultura a remodelar”, por el cardenal Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, carta semanal del 29/09/2013


Ante el nuevo curso que se pone en marcha a todos los niveles académicos estas semanas, me han ayudado a reflexionar unas declaraciones del padre Adolfo Nicolás, prepósito general de la Compañía de Jesús, que –como el recordado padre Pedro Arrupe- fue muchos años misionero en Japón.


Después de haber visitado la provincia jesuítica de Castilla, dice no haber vuelto de su país a Roma con sabor amargo pero sí sorprendido, “porque la crisis es mucho más profunda de lo que pensaba y el momento actual de crisis y de ruptura es común a todos los países occidentales”.


Sostiene que “se está produciendo un cambio de modelo de sociedad y de gestión. Si no captamos esto, los remedios son un poco mecánicos”, opina. Para el superior general de los jesuitas, “es todo un pueblo y una cultura lo que hay que remodelar”, por lo que le gustaría que en los centros de enseñanza, en especial en las universidades, hubiera un mayor discernimiento para salir de esta situación.


Después de citar este concepto tan ignaciano del discernimiento, confiesa lo siguiente: “Me interesan los libros sobre el discernimiento, porque no sólo te dan información sobre un período, sino que también te hacen pensar para saber qué se puede hacer de ahora en adelante”.


Lo que el padre general propone como prioridad de esta hora es un esfuerzo de discernimiento y de creatividad, porque “sin creatividad no seremos capaces de acompañar a nadie”. Y añade que “la gente busca sabiduría”. Lo explica así: “Hasta hace poco, yo creía que esto era peculiar de Asia, porque en Asia son los sabios los que han dirigido el pensamiento. Pero veo que también se da en Europa. Tenemos que producir sabios en nuestra sociedad. Si tiene que haber cambios en nuestra educación, éstos han de estar orientados a producir sabios”.


La palabra sabio es muy elevada y podría parecer inaccesible, pero equivale a que contemos con personas dotadas de unos hábitos de reflexión, de discernimiento, de pensamiento profundo, “que supere la superficialidad en que está entrando toda nuestra sociedad”, dice el padre Adolfo Nicolás.


Sin duda este es uno de los grandes retos de esta hora, en especial en el campo de la educación. Ante un presente duro, especialmente para los jóvenes, “hemos de saber que el futuro depende de que nos pongamos en una situación creativa. En este momento la Iglesia espera de nosotros que nos dirijamos hacia la profundidad, la creatividad y la vida en el espíritu”.


En las declaraciones que comento, el superior general nos hace esta confidencia: “Esto es lo que les digo a los jesuitas jóvenes: sin creatividad no vamos a ser capaces de acompañar a nadie en la búsqueda de nuevas respuestas. Porque en nuestra formación hemos aprendido a responder a las preguntas del pasado, pero las preguntas nuevas son distintas. Hay que saber acompañar a las personas en esta búsqueda de la sabiduría y de la profundidad”. No es este un empeño menor, pero es sin duda uno de los retos fundamentales de esta hora.


+ Lluís Martínez Sistach


Cardenal arzobispo de Barcelona


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