Obsérvese que he usado en mis anteriores post las expresiones: de cara al pueblo o de espaldas al pueblo. No he usado la expresión de cara a Dios (coram Deo), porque Dios está presente en todo el templo. Pensar que sólo está delante de la asamblea sería un error que nadie defiende y, sin embargo, se usa esa errónea expresión.
El espíritu de Dios está en todo el espacio litúrgico y fuera de él, está en medio de la asamblea. Celebrar de espaldas tiene la indudable ventaja de que todos oran en una misma dirección. Celebrar de cara al pueblo refuerza más la idea de que Dios está en medio de su pueblo, sobrevolando a todo el pueblo.
¿Celebró Jesús la Última Cena de espaldas o de cara a sus apóstoles? No hay ninguna duda que de cara. ¿Celebraron los apóstoles de cara a los creyentes allí congregados? No hay ninguna duda que de cara. A juzgar por la disposición de los altares en las basílicas romanas, sólo se comenzó a celebrar de espaldas al pueblo a comienzos de la Edad Media.
No siento la más mínima reticencia en celebrar de las dos maneras, porque las dos son modos adecuados y ortodoxos. Aunque reconozco que celebrar de espaldas me permite concentrarme más, sin la distracción que supone el que la gente te esté mirando a la cara. La devoción también conoce un cierto pudor.
¿Cómo prefiero celebrar yo? De espaldas, con poca luz (a la luz de las velas y la natural que entra por las ventanas) y sin micrófono. Es un modo de celebrar que hago yo de tanto en tanto, cuando otro sacerdote me celebra la misa a la hora normal.
¿Cómo prefiero celebrar yo? De espaldas, con poca luz (a la luz de las velas y la natural que entra por las ventanas) y sin micrófono. Es un modo de celebrar que hago yo de tanto en tanto, cuando otro sacerdote me celebra la misa a la hora normal.
Hace bien el que ensalza las ventajas de uno u otro modo de celebrar la misa. Hace mal el que afirma que uno de los dos modos no es legítimo o inadecuado. El que construye, hace bien. El que destruye, hace mal.
Una última cosa, es correcto llamar a uno de los modos celebrar ad orientem. Es correcto, porque es un modo ya acuñado puesto que a partir de la Edad Media las iglesias se construyeron con esa orientación. Pero no antes. Ni siquiera San Pedro del Vaticano o la de Santa María la Mayor están orientadas así. Lo digo porque hay muchos que repiten que las iglesias siempre estuvieron orientadas en esa dirección desde el principio. Y eso no era así ni siquiera en los lugares donde había todo el espacio del mundo para construirlas, valgan como ejemplo las dos citadas.
Lo repito y vale para todo en la Iglesia: construyamos, no destruyamos. Busquemos razones para ensalzar algo, no para hundir a los que no piensan como nosotros.
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