Sab: (18,6-9) "Y tu pueblo verdaderamente recibió la salud de los justos"
Hb: (11,1-2.8-19) "Es la fe la sustancia de las cosas que se esperan"
Lc: (12,32-48) "Vended lo que poseéis y dad limosna"
Hb: (11,1-2.8-19) "Es la fe la sustancia de las cosas que se esperan"
Lc: (12,32-48) "Vended lo que poseéis y dad limosna"
Homilía II: a cargo de D. Justo Luis Rodríguez Sánchez de Alva
Jesús nos exhorta a la vigilancia porque el amor nunca duerme (Cf Cant 5,2), y, no debemos olvidarlo, el enemigo está siempre al acecho (Cf 1 Pet 5, 8). Quien ama de verdad está siempre pendiente del ser querido, velando el sueño del hijo enfermo... El cristiano debe aguardar confiadamente al Señor que puede presentarse en cualquier momento. "Y como no conocemos ni el día ni la hora, es necesario, según la amonestación del Señor, que vigilemos constantemente para que, terminado el plazo de nuestra vida terrena (Heb 9,27), merezcamos entrar con Él a las bodas y ser contados entre los elegidos" (L. G., 48).
"A la vigilancia se opone la negligencia o falta de solicitud que procede de cierta desgana de la voluntad" (S. Tomás de Aquino). Estamos vigilantes cuando hemos adquirido el hábito de preguntarnos a lo largo de la jornada: ¿estoy haciendo lo que debo y estoy en lo que hago poniendo los cinco sentidos?
Espíritu de examen que nos lleve igualmente a dedicar unos minutos, antes de entregarnos al descanso, para hacer balance del día y analizar cómo nos hemos comportado con Dios, con los demás, y con qué intensidad y sentido de la justicia hemos realizado nuestro tarea cotidiana.
"Mira tu conducta con detenimiento, aconseja S. Josemaría Escrivá. Verás que estás lleno de errores, que te hacen daño a ti y quizá también a los que te rodean. Recuerda, hijo, que no son menos importantes los microbios que las fieras. Y tú cultivas esos errores, esas equivocaciones -como se cultivan los microbios en el laboratorio-... Y, después, esos focos infectan el ambiente".
¡Cuántas veces los pequeños y continuos descuidos han llevado a fracasos ruidosos! "Nadie atribuya su descarrío, nos dice Casiano, a un repentino derrumbamiento... El derrumbamiento -se lee en los Proverbios- viene precedido de un deterioro, y éste por un mal pensamiento (Prov 16,18). Sucede lo mismo que con una casa: se viene abajo un buen día sólo en virtud de un antiguo defecto en los cimientos, o por una desidia prolongada de sus moradores. Gotitas muy pequeñas penetran imperceptiblemente corroyendo los soportes del techo; y gracias a esa falta de atención repetida, se agrandan los boquetes y los desperfectos. Después la lluvia y la tempestad penetran a mares".
Publicar un comentario