La imagen mariana fue donada por una familia argentina a las Fuerzas Armadas durante la Guerra de las Malvinas, o Conflicto del Atlántico Sur, que enfrentó a Argentina y Reino Unido y que terminó con la victoria del país europeo.
La imagen fue instalada en la parroquia Santa María, en las islas Malvinas en abril de 1982.
Culminada la guerra, el 8 de mayo de ese mismo año se realizó una Misa y procesión en honor a la imagen mariana.
El capellán inglés que ayudó a enterrar a los soldados argentinos pidió llevar la imagen a Inglaterra para rezar por los militares fallecidos de ambos países.
No se supo más de la imagen, hasta que en 2016 un periódico de la Asociación de Veteranos de Guerra de Malvinas (AVEGUEMA) publicó un artículo donde mencionó que la Virgen de Luján se encontraba en la Catedral Castrense de San Miguel y San Jorge en Aldershot, Inglaterra.
Fue el 30 de octubre de 2019, en la Audiencia General del Papa Francisco, donde la Iglesia en Argentina y la Iglesia en Gran Bretaña realizaron un fraterno intercambio de imágenes de la Virgen de Luján.
La imagen que estuvo en las islas Malvinas regresó a Argentina y una réplica fue entregada al Obispado Castrense de Gran Bretaña para ser colocada en la Catedral San Miguel y San Jorge en Aldershot.
La Virgen de Luján de las Malvinas fue entronizada en un oratorio ubicado al costado de la Catedral Castrense Stella Maris.
En ese espacio también se colocaron 24 banderas de las provincias argentinas para hacer memoria de la gesta de las Malvinas.
En la Misa celebrada el 31 de octubre, Mons. Olivera inició también el camino Sinodal Diocesano por lo que invitó a “hacer un especial reparo”, ya que “no se trata de solo recoger opiniones, no se trata de una encuesta, sino de escuchar al Espíritu Santo”.
Se trata de caminar “con una verdadera mirada de fe estos tiempos y estos desafíos”, agregó el Obispo Castrense.
“Debemos entonces, agudizar nuestros oídos, escuchar, es el primer compromiso. Se trata de escuchar la voz de Dios, de captar su presencia, de interceptar su paso y su aliento de vida”.
Por tanto, “este comienzo o apertura es también una renovada valorización de la oración, personal y comunitaria. Porque queremos escuchar profundo deberemos acallar voces que nos distraen y debemos dejarnos moldear por lo que el Señor quiere invitarnos a recorrer”, sostuvo.
“Que María, nuestra Madre, con las distintas advocaciones que nuestra diócesis tiene”, “nos acompañe y nos agudice el oído para hacer como ella lo hizo junto a su Esposo San José, lo ‘que Jesús dijo’, esto es lo que Jesús dice”, concluyó.
En la Misa participaron capellanes y representantes de las Fuerzas Armadas y de las Fuerzas Federales de Seguridad, religiosas, entre otros.
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