Al finalizar el rezo del Ángelus este domingo 7 de noviembre, desde el Vaticano, el Santo Padre señaló que sigue “con preocupación las noticias que llegan de la región del Cuerno de África, en particular de Etiopía, golpeada por un conflicto que se desarrolla desde hace más de un año y que ha causado numerosas víctimas y una grave crisis humanitaria”.
“Invito a todos a la oración por aquella población tan duramente probada, y renuevo mi llamado para que prevalezca la concordia fraterna y la vía pacífica del diálogo”, fueron las palabras del Pontífice.
El conflicto en Etiopía comenzó hace más de un año después de que el gobierno central iniciara una serie de operaciones militares contra rebeldes independentistas en la región de Tigray, en el norte del país africano, que habían ocupado varias bases militares.
Desde entonces, el conflicto se ha ido recrudeciendo ante la incapacidad del ejército etíope para derrotar a los rebeldes. Los rebeldes de Tigray, por su parte, lograron establecer alianzas políticas y militares con otras fuerzas étnicas de Etiopía y consiguieron importantes victorias y avances territoriales.
En concreto, la ofensiva contra el gobierno está encabezada por los grupos Frente de Liberación de Tigray y el Ejército de Liberación Oromo, que actúan de forma coordinada tras haber establecido una alianza.
Ambos grupos han emprendido una ofensiva que les ha permitido avanzar hasta la capital, Addis Abeba.
Ante el empeoramiento de la situación en las últimas semanas, el gobierno etíope declaró el estado de emergencia nacional durante seis meses y llamó a los ciudadanos de la capital a prepararse para tomar las armas. De hecho, cualquier ciudadano en edad militar podría ser reclutado.
El ministro de justicia, Gedio Timothews, justificó esta decisión gubernamental en que el país “debe hacer frente a un gran peligro para su existencia, soberanía y unidad nacional”.
El estado de emergencia implica también la puesta en funcionamiento de controles militares en las carreteras, la imposición de un toque de queda, la interrupción de medios de transporte y el desarrollo de operaciones militares contra grupos considerados terroristas.
En un reciente informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, se puso de relieve que se están produciendo, por todas las partes en conflicto, numerosas violaciones de los derechos humanos en Etiopía.
El informe denuncia “casos de asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, tortura, violencia sexual y de género, violaciones de los derechos de los refugiados y desplazamiento forzoso de la población civil” desde el 3 de noviembre de 2020, cuando dio comienzo el conflicto.
En concreto, en el informe se exponen casos concretos de agresiones contra la población civil y ataques indiscriminados; muertes y ejecuciones ilícitas o extrajudiciales; torturas; detenciones arbitrarias generalizadas, secuestros y desapariciones forzadas; robos, saqueos y destrucción de bienes; violencia sexual; desplazamiento forzoso de civiles; refugiados y otras vulneraciones.
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