Creo que es difícil en un año evaluar, son muy pocas las cosas que cambian de un momento a otro y por lo general aquellas que buscan generar cambios apresurados no permiten tener los mejores resultados. Sin embargo, creo que un signo potente desde el cual se puede evaluar es ver cómo ha aumentado la participación de los jóvenes y la confianza entregada hacia ellos. Esto es un avance que se ha ido dando con el tiempo pero que el Congreso le da un impulso y valida.
¿Cuál dirías que fue el principal o los principales aportes del Congreso para labor que están realizando ahora?
El mostrar que hay una gran cantidad de jóvenes que trabajan por la Iglesia, fieles a una fe y apasionados por la construcción del Reino. El trabajo realizado durante el congreso, las orientaciones que se trabajaron son frutos concretos, aportes, sin embargo lo más importante se juega en el gran espacio de comunión que se dio, muy necesario.
¿De qué manera se ha ido avanzando?
El encuentro fue un gran hito, y como tal deja una huella. Los frutos los iremos viendo con el tiempo, ya podemos ver que fuimos testigos de una juventud que se activa, que participa y busca tomarse los espacios que se ponen a su disposición.
Es un error pensar que todas las cosas van a salir desde una organización central. Somos todos los que debemos hacer cambios, organizar actividades, crear espacios de participación que vayan mostrando una Iglesia renovada. Si pensamos que todo debe quedar en un grupo que debe organizarnos congresos, que debe entregarnos actividades, que debe llevarnos, lamentablemente estamos perdidos.
Tengo la impresión de que el congreso iluminó de otra forma. Motivó a que nos pastoreen, pero no que nos lleven, sino que salgamos a todos los lugares que nuestra juventud nos permite y con ellos llevar a nuestros pastores que nos van encaminando y con menos temor a que nos arranquemos, sino que con la confianza en que avanzamos juntos.
¿Y en los movimientos?
Los movimientos van integrándose más a las invitaciones de encuentro. Durante el 2013 se fueron atreviendo a participar de actividades como las caminatas y han ido integrando a su ritmo. Creo que los movimientos deben ser más propositivos, tienen mucha riqueza en sus carismas y espiritualidad y ésta debe ser un regalo para todos, lo que se logra proponiendo actividades y no solo sumándose.
¿Qué se puede esperar para este año en cuanto a las propuestas hechas por los jóvenes sobre todo en las mociones especiales?
Que vayan madurando, se vaya masificando su conocimiento y se vayan aplicando. Creo que esto tiene mucho de ensayo y error, no hay que tener miedo a equivocarse en estas propuestas, irán encontrando su camino.
¿Cómo evaluaron el proceso vivido de la Misión Joven? ¿De qué manera se prolonga?
El proceso estaba muy ligado al reencantar a los jóvenes y salir en su búsqueda, reintegrarlos y entregar responsabilidades más concretas, darles un voto de confianza. Creo que con algunas dificultades, como siempre sucede, se logró dar más participación a los jóvenes.
Esto se seguirá prolongando en la medida que se vaya trabajando en conjunto, se vaya avanzando en una relación donde la creatividad y el espíritu atrevido de los jóvenes sea aprovechado en los proyectos y las distintas actividades de Iglesia, en una nueva forma de evangelizar.
¿La Jornada Mundial de la Juventud ha influido algo en el quehacer de los jóvenes? ¿Hay nuevos desafíos?
Para quienes fueron desde la CVX fue una experiencia muy fuerte, el tema cultural que ofreció Brasil, el momento que vivimos como Iglesia, el nuevo Papa. Todo esto marcó significativamente a los participantes y renovó el espíritu de ellos y sus comunidades.
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