Luego de la imposición de manos, el Obispo recibió el sacramento de manos del Vicario General, P. Alejandro Castillo Camblor. Luego los sacerdotes bajaron hacia la asamblea para entregar el sacramento de la unción de los enfermos a los cientos de personas que se congregaron en el patio frente al altar de piedra. Estos fueron momentos cargados de emoción, pues los fieles recibieron el sacramento con evidentes muestras de fe y esperanza.
Al concluir, la imagen de la Candelaria se ubicó en el patio, para que todos los presentes tuvieran oportunidad de tocar su manto y saludarla.
Quinto día de novena
Una vez finalizado el rezo del rosario, comenzó la catequesis del Obispo, centrada en el documento “El gozo del evangelio” del Papa Francisco, y la Misión Territorial. Leídas por el seminarista Mauricio Andrade, las palabras del Obispo, que hicieron referencia a la misericordia. Citando al Papa, dijo que “nos volvemos incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros, ni nos interesa cuidarlos, como si fuera una responsabilidad ajena que no nos incumbe”. Llamó a seguir el ejemplo de María como sierva fiel y atenta a las necesidades de los demás, y a ser dóciles a la acción del Espíritu Santo en la vida de cada uno.
El testimonio de vida del día estuvo a cargo del P. Alejandro Castillo Camblor, que relevó la importancia de la familia en su sacerdocio, e hizo un recorrido por sus 15 años de ministerio sacerdotal. Dijo que la familia le había dado el don de la vida y el de la fe, y que a lo largo de su labor pastoral, ha conocido a muchas y distintas familias que lo han acogido, le han entregado cariño y lo han ayudado a ser un mejor sacerdote.
Eucaristía con oración por los enfermos y por las familias.
“Hoy rezamos por los enfermos- dijo el P. Alejandro, quien presidió la eucaristía- y también por las familias”. Agregó que “una familia también se puede enfermar, cuando se divide, y una familia dividida no puede subsistir. Cuántas veces se van quebrando las relaciones en nuestras familias, no sólo entre esposos, sino también con los abuelos, los hijos, los hermanos” se preguntó, e invitó a “pedir a María que nos ayude a sanar estas relaciones enfermas y que dejemos entrar a Jesús, que es salvación, salud, vida nueva, que puede reconstituir lo que está dividido, para tener una vida de unidad y de alegría, para que nunca más en nuestras familias alguien se sienta solo, que todos lleguen contentos al hogar, que sea un espacio de acogida entre nosotros y hacia los más pobres, así seremos plenamente felices”, concluyó.
Fuente: Comunicaciones Copiapó
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