Espontánea fue la seguidilla de aplausos a cada intervención, pues vinieron a despedir al pastor, al amigo, aquel que siempre supo escuchar y aconsejar, que anunciaba con voz firme la Buena Nueva.
Muchos fueron los testimonios de quienes despiden a Don Carlos. Todos han querido estar presentes físicamente, a través de las redes sociales y de manera espiritual, con oraciones en cadena.
Entre los testimonios y discursos realizados está el de la Sra. Silva Robinson, secretaria ejecutiva del Departamento de Educación Católica y quien habló en representación del personal del Obispado de Linares y los que trabajaron estrechamente con monseñor Camus.
A continuación, sus palabras:
"En nombre de todas mis compañeras que trabajamos en el Obispado, hoy quiero referirme a la parte humana de Don Carlos, a este Pastor que recorría los pasillos del Obispado y asomaba su cabeza por nuestras oficinas con un ¿hola chiquillas? Él mismo se preocupaba de irnos presentando a las personas que se iban incorporando al trabajo pastoral de los diferentes departamentos.
Él fue construyendo lazos de amistad y confianza entre él y todos nosotros, se hizo cada vez más cercano y nos dio seguridad en los momentos difíciles de la dictadura. Compartimos muchos momentos felices y dolorosos.
Se preocupó de que fuéramos una familia, mediante celebraciones internas y jornadas de formación con participación de laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas. Nos reuníamos mensualmente en la casa de Ejercicios de Chacahuín, instancia que nos permitía conocernos mejor y sacarle provecho a la parte pastoral.
Recuerdo cuando su rostro se iluminaba con una sonrisa franca y sincera al ver la presencia y el entusiasmo de tantos jóvenes que revoleteaban por los corredores participando de la Pastoral Juvenil, pensando en los frutos que podían surgir.
Siempre presente y consecuente con la D.S. de la Iglesia, día a día contemplábamos decenas de personas que acudían a su oficina por ayuda, consejos o esperando que les solucionaran sus problemas. Con mucha paciencia les dedicaba su tiempo devolviéndoles la esperanza de un estado de vida mejor.
Travieso y alegre cuando se le escapaba un sobrenombre de alguna de nosotras. Oportuno en sus respuestas, inteligente y sabio en sus entrevistas; corto, preciso y consecuente en sus homilías.
Nos dio el cariño de un padre y de un Pastor. Nos regaló su amistad durante toda su vida. Ya retirado, lo visitábamos en su casa incluso para su último cumpleaños en enero recién pasado, donde compartíamos una rica once, comentábamos de nuestro trabajo, y lo poníamos al día de todo, y él con picardía nos decía ¿no se estarán pasando, no será mucho el pelambre?
Así era Don Carlos, sencillo, franco, consecuente, cercano y respetuoso de la dignidad de las personas. Un Pastor al servicio de Dios y de su pueblo. Él nos deja el lema que nunca olvidaremos “La victoria que vence al mundo es nuestra fe”
Gracias Don Carlos. El personal del Obispado siempre le recordará con cariño y gratitud".
- Libro virtual de condolencias
Fuente: Comunicaciones Linares

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