Visita ad Limina de los obispos de Madagascar
A los obispos de Madagascar: “Hay una estrecha conexión entre evangelización y promoción humana”
La vitalidad de la Iglesia de Madagascar a pesar de las difíciles circunstancias que atraviesa ese país y el compromiso de las diócesis en la promoción humana han sido algunas de las cuestiones centrales del discurso que Francisco ha entregado a los obispos de la Conferencia Episcopal de Madagascar al final de su quinquenal visita “ad Limina”.
El Papa agradece a los prelados “su trabajo valiente y persistente en la evangelización” y reconoce los graves problemas socio- económicos de Madagascar recordando, al mismo tiempo que los obispos han instado “a toda la sociedad a levantarse para construir un nuevo futuro”. Por eso les anima a ocupar el espacio que les corresponde en la “tarea de reconstrucción de los derechos y deberes de cada uno”. “Es importante -escribe- que mantengáis relaciones constructivas con las autoridades de vuestro país. La búsqueda de la unidad, la justicia y la paz os incumbe para servir mejor a vuestro pueblo, rechazando cualquier implicación en querellas políticas a expensas del bien común”.
“Con esa perspectiva -prosigue- agradezco el invalorable compromiso de vuestras diócesis en el trabajo social . De hecho, existe una íntima conexión entre evangelización y promoción humana… Os animo a perseverar en vuestra atención a los pobres ayudando material y espiritualmente a todos los que se dedican a ellos, sobre todo a las congregaciones religiosas a quienes doy las gracias de todo corazón por su entrega y por el testimonio auténtico que brindan del amor de Cristo por todos los hombres. También os invito a interpelar sin temor a toda la sociedad malgache , y especialmente a sus líderes, acerca del tema de la pobreza, que es en gran parte debido a la corrupción y a la falta de atención al bien común”.
La educación es un campo de acción privilegiado de la iglesia en Madagascar. Por eso el Papa pide a los prelados que hagan todo cuanto esté en sus manos para que “el mayor número posible de niños, incluidos los de las familias más pobres se escolaricen, ya que debido a las dificultades económicas, muchos padres no cuentan ya con medios suficientes”. También les invita a garantizar la presencia cristiana en las escuelas públicas, para que los cristianos comprometidos en el mundo de la educación “contribuyan a formar en los valores evangélicos y humanos a las jóvenes generaciones que serán los responsables de la sociedad del porvenir”.
Después menciona que en el mensaje de clausura del Año de la Fe los obispos lamentaban la pérdida de la verdadera “fihavanana” una forma de vida propia de la cultura malgache que promueve la armonía y la solidaridad, y a ese respecto afirma: “Los valores que el Creador ha insuflado en vuestra cultura deben seguir siendo transmitidos. Iluminados en su interior por el mensaje del Evangelio. Así, la dignidad de la persona humana, la cultura de la paz , del diálogo y de la reconciliación volverán a encontrar el lugar que les corresponde en la sociedad de cara a un futuro mejor”.
El Papa elogia a continuación la puesta en marcha en las diócesis malgaches de “un programa de formación para la vida y el amor , ambicioso y muy dinámico”, y subraya que la familia “debe ser protegida y defendida para que aporte a la sociedad el servicio que se espera de ella, es decir, darle hombres y mujeres capaces de construir un tejido social de paz y armonía”. Tocando el tema de los retos en el campo interreligioso recalca que es “urgente desarrollar , y a veces incluso iniciar un diálogo lúcido y constructivo con el fin de mantener la paz entre las comunidades y promover el bien común”. Tras animar a los prelados a “no dudar nunca del dinamismo del Evangelio , ni de su capacidad para convertir los corazones a Cristo resucitado”, reitera que para ello “es necesario que la fe que testimonian los cristianos sea vivida diariamente” y que para que el testimonio sea creíble “la vida debe ser coherente con la fe”.
“Esta invitación -afirma- está dirigida principalmente al clero y personas consagradas . El sacerdocio como la vida consagrada no son medio de ascenso social sino un servicio a Dios y a los hombres”. De igual modo, señala, que la castidad y la obediencia son virtudes esenciales de los sacerdotes y concluye: . “Lo mismo sucede con respecto a los bienes temporales y a la prudencia en su gestión. Un testimonio contrario en este ámbito es particularmente desastroso por el escándalo que provoca, especialmente frente una población que vive en la pobreza”.
Ciudad del Vaticano, 28 marzo 2014 (VIS).-
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