Monseñor Arancedo recuerda que la fe es luz y compromiso con la vida



Santa Fe (AICA): El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, advirtió que “no es posible separar la fe de la vida” y criticó esa “suerte de ‘esquizofrenia’ religiosa, es decir, cuando hay un nivel de creencias tal vez correcta en su formulación, pero que no es coherente con la vida”. “Acercar a alguien a la fe es introducirlo en ese camino de sabiduría, llamado a vivirse en la bondad, la justicia y la verdad. La fe y el amor son expresiones de un Evangelio comprendido y vivido”, subrayó en su alocución semanal.

El arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, recordó que la fe es “una luz que orienta nuestra vida” y no “un alejarnos o refugiarnos en un ámbito que nos preserve del mundo, sino una virtud que nos compromete con el mundo. La fe se apoya en Jesucristo que es ‘el iniciador y consumador de nuestra fe’”.

“No se trata de una construcción que nos hacemos de la realidad, una suerte de ideología o doctrina que manejamos, sino una luz que orienta nuestra vida y reflexiones. Tampoco es un recetario de respuestas o algo mágico para solucionar problemas. La fe se apoya en la palabra de Jesucristo en la que nos revela a Dios y su designio, como el sentido del hombre en el mundo. Está en un nivel de principios, es poco lo que nos dice, pero todo lo que necesitamos para dar sentido a nuestra vida y orientar nuestra conducta y nuestras relaciones”, indicó en su alocución semanal por radio.


“La fe nos introduce en un ver ‘desde Dios’, que es fuente de verdad y amor. Una auténtica vida de fe debe poder testimoniarse en lo concreto de la vida”, agregó.


El prelado sostuvo, citando el evangelio de San Pablo, que “no es posible separar la fe de la vida” y criticó esa “suerte de ‘esquizofrenia’ religiosa, es decir, cuando hay un nivel de creencias tal vez correcta en su formulación, pero que no es coherente con la vida”.


Tras reconocer que “la fe no nos da una seguridad ideológica de pertenencia, sino una luz que orienta el compromiso con la vida”, exclamó: “‘¡Qué bueno que podamos conocer la fe por sus frutos de bondad, justicia y verdad’, como nos dice san Pablo!”


“Cuando la Iglesia nos habla en Cuaresma de un tiempo de reflexión y de conversión -explicó- se refiere, precisamente, a la necesidad de confrontar nuestra vida con esos frutos de la fe que son el testimonio de una fe auténticamente vivida. Es la humildad la que nos permite reconocer todo aquello que en mi contradice el camino de la fe”.


El arzobispo santafesino lamentó que “desgraciadamente la humildad es una virtud no siempre valorada, con poca prensa diríamos, para muchos un signo de debilidad. Sin embargo, es la virtud que sostiene el crecimiento de una vida coherente y transparente. La humildad es el camino más seguro hacia esa verdad que nos hace libres”.


“La fe nos da, sobre todo, el sentido trascendente de nuestra vida. Somos parte de este mundo creado, pero no nos definimos solo por él. Ahondando nuestra condición de seres espirituales podemos descubrir que el sentido último de nuestra vida reclama un horizonte de eternidad, como expresión de una plenitud que el hombre se merece. La fe da sentido y plenitud al espíritu del hombre como ser creado. Esto, que es una conclusión de muchos filósofos incluso ateos, sobre la condición del hombre en el mundo, forma parte del contenido de la fe. Lejos de alejarnos del mundo, decíamos, la fe se vive en lo concreto de este mundo y nos compromete con él”, subrayó.


Por último, monseñor Arancedo enfatizó que “acercar a alguien a la fe es introducirlo en ese camino de sabiduría, llamado a vivirse en la bondad, la justicia y la verdad. La fe y el amor son expresiones de un Evangelio comprendido y vivido”.+



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