Importancia y métodos de la Evangelización

México, Siglo XV

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Pbro. Luis Armando Dueñas Gómez

La Evangelización de la Nueva España, al igual que del resto de Hispanoamérica, fue una obra portentosa, realizada, en primera instancia, por Misioneros de las Órdenes Religiosas. Sólo en un segundo momento, el campo, ya roturado y sembrado por ellos, pasó al Clero Secular. Tales Religiosos fueron, principalmente, los Franciscanos a partir de 1493 en las más variadas regiones; los Mercedarios, los Dominicos a partir de 1510; los Agustinos desde 1532 (decaerían en la labor misionera a lo largo del Siglo XVII); los Jesuitas desde 1566 hasta su expulsión en 1768, y los Capuchinos a partir de 1646, restringidos sólo a Venezuela.
La mayoría de los Misioneros fueron españoles, aunque llegaron algunos pocos de Bélgica y de Italia; después hubo también criollos que participaron en la expansión de la Evangelización al Norte de la Nueva España y a las islas Filipinas, y no fruto de la improvisación, sino de una intención reflexiva y madura, como lo prueba una de las Resoluciones del Capítulo General de la Orden de Predicadores de 1501 (nueve años antes del envío de los primeros Misioneros Dominicos a América): “Que los frailes viajeros al Nuevo Mundo sean idóneos para la predicación, ejemplares y doctos, a la vez que temerosos de Dios, capaces de anunciar la Palabra de Dios y de confirmarla con su ejemplo”[ Pedro Fernández Rodríguez, O.P. Los Dominicos en la primera Evangelización de México. San Esteban, Salamanca, 1994]
Los Misioneros Religiosos fueron, pues, los “Evangelizadores por antonomasia”, pero no los únicos, pues fueron también Evangelizadores directos los indígenas que, habiendo aceptado la Fe Cristiana, recibieron el Bautismo y se convirtieron en apóstoles entre su propia gente. Entre ellos destacan cientos de jóvenes, acogidos en los Conventos de los Frailes, donde recibieron la preparación necesaria y suficiente para proclamar eficazmente la Doctrina.

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Las cúpulas
La Corona Española, o sea el Rey y sus Órganos de Gobierno, descollando el Consejo de Indias, desempeñaron en la Evangelización de América el papel que, a partir de 1622, habría de ejercitar Propaganda Fide en el resto de las tierras de Misión; es decir, fueron Directores supremos de la misma. De ellos emanaron muchas prescripciones al respecto: el fomento de iniciativas concebidas en América, la rectificación de conductas que no consideraron acertadas, y la selección y envío de Misioneros. Con frecuencia, los Dictámenes, Reales Cédulas o Consultas del Consejo de Indias solían ser la calca de algún Informe recibido desde Indias. Estas normas de la Corona resultaban lógicas y obligatorias. Los Reyes españoles se consideraban y actuaban como suplentes del Papa para las Indias Occidentales, en virtud del llamado Patronato Real.
Los representantes de la Corona, esto es, las Autoridades en tierras americanas como los Virreyes, Gobernadores, Capitanes Generales, Audiencias o simples Funcionarios, colaboraron en la Evangelización como ejecutores de las normas reales a este respecto, y como realizadores de iniciativas propias que consideraron dentro de las facultades de su oficio, proporcionando en ocasiones los medios, dirigiendo la iniciativa, e incluso participando en ella. Fueron también Agentes de la Evangelización los españoles que llegaron a Las Indias como conquistadores y colonos, quienes, pese a los límites, la carga de pecado y contradicciones siempre presentes en el mundo personal de cada cristiano, en su mayoría poseían una conciencia de pertenencia cristiana, cuya lógica les llevó a comunicar esa misma pertenencia.

Métodos de Evangelización
Entre los métodos relevantes para la Evangelización en México, menciono los siguientes:
A) Método apostólico: Empleado, sobre todo, por los Apóstoles del Señor, y consistente en procurar la conversión por la predicación de la Palabra. Método efectivo reservado acaso a los carismáticos de los primitivos tiempos cristianos, sin perder la importancia del caminar de la Iglesia con el trabajo apostólico.
B) Método patrístico: Tiempos post-apostólicos, que unían la exposición de la Palabra, la Apologética del Mensaje Cristiano y la impugnación polémica. Testimonio de los Mártires y Confesores de la Fe.
C) Método monástico: Exposición del Evangelio, añadida a la obra civilizadora, mediante la enseñanza de las artes liberales y manuales a los susodichos pueblos.
D) Método político: Triple finalidad de evangelizar, civilizar y, además, colonizar a los pueblos no cristianos en beneficio de una Potencia cristiana. Utilizado, sobre todo, por Franciscanos.
Cada Método fue dando aportes importantes en el Proceso de la Evangelización en México. Y, aunque se resalta el último de ellos, se nota el asumir cada uno de ellos, sin olvidar el origen del Mandato de Jesús. El Método Misionero se dirige a pocas personas, tratando de formarlas honradamente, sin preocupación, en un primer momento, por su conversión. De modo extensivo se expone el Evangelio a amplias multitudes, se les instruye elementalmente en el Cristianismo y se les admite fácilmente al Bautismo. La preocupación es salvar un gran número de almas, a la máxima brevedad. A quien va dirigido es a los indios civilizados y no civilizados o primitivos, o llanamente hablando, salvajes. Así, la labor de los Franciscanos en un primer momento, y de los demás Misioneros, fue ardua e importante, ya que la obra de la Evangelización la realizaron no solamente con palabras, sino con su testimonio. Se consagraron no solamente a evangelizar, sino también a civilizar y colonizar.
Valoramos esta gran labor que desplegaron las Órdenes Religiosas y que son para nosotros, hoy, un motivo de favorecer y trabajar en México una Nueva Evangelización. Ante los graves retos pastorales que plantean los ambientes de nuestro país, se requiere no cualquier empeño evangelizador. Urge una labor de Iglesia que aproveche el gran potencial de presencia que tienen el Consagrado y el Laico en el mundo cotidiano; una mejor capacitación y formación de Agentes para acciones concretas; conciencia de ser parte de una comunidad organizada para evangelizar; unidad en torno a un Proyecto Misionero con sus prioridades y métodos propios. Tomemos como base los principios de esta Evangelización, que han forjado lo que hoy somos: Iglesia evangelizada y evangelizadora.
La mejor motivación y método de hoy para decidirse a comunicar el Evangelio es contemplarlo con amor; detenerse en sus páginas y leerlo con el corazón. Y, para ello, urge recobrar un espíritu contemplativo que nos permita redescubrir cada día las necesidades de nuestro tiempo y valorar que somos depositarios de un Bien que humaniza, que ayuda a llevar una vida nueva. No hay nada mejor que la Palabra de Dios y su Mensaje para transmitir a los demás en tiempos de mucha necesidad (Cfr. Evangelii gaudium, No. 264).

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