Se trata de dos caminos señalados, precisamente, en el magisterio del Pontífice a través de sus encíclicas Laudato si’ y Fratelli tutti.
El Papa realizó esta enseñanza en un mensaje que envió a los participantes en el encuentro mundial de las Comisiones Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales. El encuentro se está desarrollando desde hoy y hasta mañana en modalidad online con la vista puesta en los desafíos que presenta el mundo posterior a la pandemia de coronavirus.
En su mensaje, el Papa recordó las palabras de San Pablo VI, quien llegó a la conclusión de que el concepto de desarrollo integral de la humanidad “puede considerarse el nuevo nombre de la paz”.
En ese sentido, pidió a la Iglesia, y en concreto a las Comisiones de Justicia y Paz de las Conferencias Episcopales, que sigan “trabajando activamente por la protección de la dignidad de la persona humana y sus derechos, con una opción preferencial por los pobres y los últimos. De este modo, contribuyen al crecimiento de la justicia social, económica y ecológica, y a la construcción de la paz”.
El Papa añadió que “en cualquier parte del mundo el desarrollo integral y, por tanto, la justicia y la paz, sólo pueden construirse a través de estas dos vías: el cuidado de la casa común, y la fraternidad y la amistad social”.
Aseguró que “se trata de dos caminos que tienen su origen en el Evangelio de Cristo, y sobre esta base podemos avanzar junto a muchos hombres y mujeres de otras denominaciones cristianas, de otras religiones e incluso con aquellos que no tengan una pertenencia religiosa particular”.
El Santo Padre afirmó que es consciente “del desafío que supone el contexto actual, marcado por la crisis sanitaria y social causada por la pandemia de Covid-19, y por los viejos y nuevos brotes de conflicto que están surgiendo, mientras se tiende a retroceder respecto a los compromisos asumidos tras las inmensas tragedias del siglo pasado”.
“La crisis actual ha puesto de manifiesto numerosas contradicciones en el sistema económico y político, al tiempo que persisten desafíos no resueltos que requieren el esfuerzo conjunto de muchos actores”.
Por lo tanto, animó a abordar todas estas cuestiones “en colaboración con otras realidades eclesiales y civiles –locales, regionales e internacionales– comprometidas con la promoción de la justicia y la paz”.
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