En la homilía de la Misa que presidió este domingo en la Catedral de Piura, el Prelado destacó que “en los últimos domingos del Año Litúrgico se medita en los acontecimientos finales de la historia, es decir en la última y gloriosa venida de nuestro Señor Jesucristo al final de los tiempos, así como en sus consecuencias en nuestra vida”.
Mons. Eguren resaltó que “todos los signos y señales que Jesús nos da sobre el fin de los tiempos son inciertos en lo que respecta a cuándo acontecerá” por lo que “no hay que estar creyendo a aquellas personas que cada cierto tiempo nos van sobresaltando, diciéndonos que ya llega el fin del mundo”.
En ese sentido y a la pregunta sobre por qué Jesús habla del fin de los tiempos, el Prelado peruano responde que el Señor lo hace para que “siempre pensemos y sintamos que Él está cerca, que su venida es inminente, y que por lo tanto debemos estar en todo momento preparados, es decir en gracia de Dios, con el corazón convertido y en tensión hacia Jesús que viene hacia nosotros”.
Hablando del COVID, el Arzobispo alentó a no “desperdiciar toda la angustia y dolor provocado por la pandemia que venimos padeciendo, así como la dolorosa experiencia del gran número de fallecidos, algunos de ellos familiares nuestros y amigos muy queridos”.
“Todo ello tiene que hacernos reaccionar, es decir, llevarnos a una conversión sincera de vida, a un volver al Señor desde lo más profundo de nuestro corazón, a un estar siempre preparados”.
Mons. Eguren destacó luego que “la terrible experiencia de la presente pandemia tiene que llevarnos a darnos cuenta de que nuestra vida apunta al Cielo, al encuentro definitivo con Jesús, que no tarda en llegar entre nubes y en gran poder y gloria con sus ángeles, y que, por tanto, debemos querer y desear ardientemente nuestra salvación eterna, así como poner los medios para asegurarla”.
El Prelado recordó que “Jesús concluye el Evangelio de hoy con esta enseñanza: ‘El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán’ (Mc 13, 31) Esta expresión de Jesús indica que sus palabras son la verdad, son eternas, y por tanto más estables que el cielo y la tierra”.
“Nos invitan a vivir en la certeza de que Él está cerca, que su venida es inminente, y que para cada uno de nosotros ocurrirá en el tiempo y espacio de nuestra propia vida”.
En ese sentido, continuó, “si queremos que, cuando el Señor llegue y nos llame, nos encuentre firmes en su presencia y seamos considerados dignos de estar con Él para siempre, debemos construir nuestras vidas en la única palabra que no pasa: la Suya”.
De ese modo, explicó el Arzobispo peruano, los fieles podrán estar listos para cuando sean “reunidos todos los hombres de todos los tiempos, tanto los que aún peregrinan por la tierra, como también los que ya han concluido su peregrinar terreno”.
“Este acontecimiento final dejará en evidencia una división definitiva dentro de los seres humanos: Entre aquellos que serán elegidos y aquellos que serán rechazados, es decir, entre los que serán reunidos para estar con el Señor por toda la eternidad, y los que serán apartados de Él para siempre; aquellos que merecerán la salvación y aquellos que serán condenados”.
Mons. Eguren indicó que “este hecho que llamamos el Juicio final es el acontecimiento último que dará peso y sentido a toda la historia y a todo acto del hombre”.
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