Un matrimonio debidamente formalizado tiene mayores posibilidades de transmitirle seguridad, confianza, afecto y unidad a los hijos y a la familia.
Lic. Lupita:
Mi hija tenía problemas con su novio, y muchas dudas respecto a casarse con él. Francamente le dije que no se casara pero que se juntaran un tiempo, “a ver si funcionaba”, y después verían si se casaban. Creo que en estos tiempos ya deberíamos reconocer que no puede definirse una vida cuando apenas se tienen 20 años de edad, así que estar un tiempo a prueba es conveniente para evitar divorcios más adelante. ¿La Iglesia no está de acuerdo?
María G.
Muy estimada en Cristo, María:
La Iglesia, experta milenaria en Humanidad, recomienda el matrimonio fiel y para siempre.
Preguntó Jesucristo en una ocasión: Supongan que a uno de ustedes, que es padre, su hijo le pide pan, ¿acaso le dará una piedra?;, o si le pide un pescado, ¿le dará una serpiente? … Pues si ustedes, siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto mas su Padre Celestial les dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan? (Lc.11, 11-13).
La crisis cultural por la que atraviesa la familia ha generado tal confusión, que los padres de hoy sí que damos piedras y serpientes a nuestros hijos. Por nuestra ignorancia, ponemos en riesgo a quienes más amamos. Recomendar a una hija que “se junte” es muy desafortunado, por las siguientes razones (Estudio presentado por W.J. Bennet “Reversing the moral collapse of American Family”):
1. Pasados tres años de cohabitación, sólo una de cada seis parejas siguen juntas.
2. Cohabitar aumenta el riesgo de divorcio: quienes se casaron sin cohabitar antes, se divorcian en un 21%. En cambio, de los que cohabitaron antes de casarse, se divorcia un 39%. El riesgo es, prácticamente, el doble.
3. Va relacionado con más riesgo de enfermedades sexuales.
4. Los matrimonios precedidos por cohabitación tienen mayor tendencia a padecer problemas por consumo de alcohol y drogas.
5. Perjudica a la conducta y emotividad de los hijos: comparados con hijos de padres biológicos casados, los jóvenes de 12 a 17 años con padres cohabitadores ven multiplicada por 6 su posibilidad de desarrollar problemas emocionales y de conducta.
6. Cohabitar aumenta el riesgo de maltrato sexual a los niños.
7. Una mujer en cohabitación, multiplica por 3, respecto a las casadas, el riesgo de sufrir agresiones físicas.
En contraparte, existen Estudios que confirman los beneficios de contraer matrimonio:
El Profesor Oswal, de la Universidad de Warwick, afirma que el matrimonio imprime una impronta profunda en los seres humanos, porque reduce los niveles de estrés y protege contra las enfermedades. Los hombres casados beben menos alcohol y comen menos alimentos grasos. Las parejas también tienen niveles más bajos de estrés cuando comparten sus preocupaciones y alegrías. Tienen tres años más, como promedio, de vida; económicamente, ganan más que los que no se comprometen en vida matrimonial.
Las mujeres también se benefician del matrimonio, según demuestra un Informe reciente de la Heritage Foundation. Cuando la gente se casa, disminuyen los índices de depresión y presentan rasgos de una saludable autoestima, en general.
El matrimonio tiende a ser visto como una mera forma de gratificación afectiva. Pero el aporte indispensable del matrimonio a la Sociedad supera el nivel de la emotividad, procede de la profundidad del compromiso asumido por los esposos que aceptan entrar en una unión de vida total (Evangelii gaudium, 66).
Es recomendable leer Amoris laetitia, en donde el Papa Francisco nos muestra la belleza del matrimonio cristiano, particularmente en los Puntos 131 y 132.
Quien no se decide a querer para siempre, difícilmente podrá amar por un día.
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