Donde hay Caridad y Amor, ahí está Dios

Juan López Vergara

El Santo Evangelio que nuestra Madre Iglesia coloca en la Mesa de la Eucaristía, recuerda el encuentro del Señor Jesús con un noble, respetuoso y compasivo Oficial romano, de quien Jesús admira y alaba su inefable confianza (Lc 7, 1-10).

¡Nobleza obliga!
La escena está ubicada en Cafarnaúm, precisamente después del discurso inaugural de Las Bienaventuranzas, en las que Jesús ha hablado como Maestro que enseña con autoridad y poder (v. 1 compárese con 6, 20-49). En Cafarnaúm, como era ciudad fronteriza, había un puesto de Aduanas (compárese Mc 2, 1-14). Residía “un Oficial romano, que tenía enfermo y a punto de morir a un criado muy querido” (v. 2). Aquel noble Oficial hará todo lo posible para curar a su criado. Al enterarse de que Jesús estaba en Cafarnaúm, “le envió a algunos de los ancianos de los judíos para rogarle que viniera a curar a su criado” (v. 3). Con humildad, reconoce la disposición de Dios, según la cual la salud debe llegar a los gentiles a través del pueblo hebreo (compárese Gn 12, 3). Aquellos judíos le suplicaron a Jesús porque estaban agradecidos con aquel buen Oficial: “‘Quiere a nuestro pueblo y hasta nos ha construido una Sinagoga’. Jesús se puso en marcha con ellos” (v. 5). ¡Nobleza obliga!

La confianza en Jesús es nuestro consuelo, y nuestro desafío
Cuando el Oficial se enteró de que Jesús iba a visitarlo, “envió unos amigos a decirle: ‘Señor, no te molestes, porque yo no soy digno de que Tú entres en mí casa; por eso ni siquiera me atreví a ir personalmente a verte. Basta con que digas una sola palabra y mi criado quedará sano’” (vv. 6-7). Qué muestra tan grande de respeto de aquel compasivo Oficial, pues sabía “que le está prohibido a un judío juntarse con un extranjero o entrar en su casa” (Hch 10, 28). Este noble romano muestra que la confianza en Jesús es nuestro consuelo, y nuestro desafío.
Jesús, al oír esto, “quedó lleno de admiración, y volviéndose hacia la gente dijo: ‘Yo les aseguro que ni en Israel he hallado una Fe tan grande’” (v. 9). El siervo sanó (véase v. 10). ¡Cuántas veces la humanidad más noble se encuentra más allá de las fronteras de la ortodoxia!, afirma Romano Guardini (Jesucristo, Madrid 1981, III/ Pág.. 29). El Santo Padre Francisco, siervo fiel del Señor Jesús, en los inicios de su pontificado, al despedirse de los Periodistas, con un gesto ecuménico muy fino, plural y acogedor, les dijo: “Como muchos de ustedes no pertenecen a la Iglesia Católica y otros no son creyentes, de corazón doy esta Bendición en silencio a cada uno de ustedes, respetando la conciencia de cada cual, pero sabiendo que cada uno de ustedes es hijo de Dios”.
¡Donde hay Caridad y Amor, ahí está Dios!

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