Si respondemos bien a la pregunta quién es Dios, podremos enfocar acertadamente la respuesta a la pregunta quién es el Diablo. Aquél que crea en un Dios primitivo, cruel, iracundo, vengativo, tenderá a tener una visión igual de simplista respecto al demonio.
Muchos se rién de mí, considerándome el cura de los demonios con una sonrisita burlona. Se imaginan unos seres parecidos a los goblins o a los brownies escoceses o a los gremlins del folclore. Soy comprensivo con ellos, porque la edad me ha hecho comprensivo con los prejuicios de esos simios sin pelo en los que se han convertido bastantes de mis congéneres.
Pero hemos de entender que mi reflexión acerca del demonio la hubiera podido hacer perfectamente un ateo. Una vez que comprendemos el concepto de Ser Absoluto, podemos preguntarnos las posibilidades de existencia de un ser cerrado absolutamente al Ser Infinito. Es una especie de matemáticas con conceptos.
No tengo constancia de que otro humano con sotana haya jugado tanto a este ajedrez celestial como yo. De la valoración de todas las jugadas posibles (el tablero es el ser) dan fe mis libros, escritos menores y conferencias. Lo cierto es que si respondemos correctamente a la pregunta de quién es Dios, a qué Dios estamos adorando, qué Dios es posible -sólo un Dios es posible-, entonces las posibilidades se acotan extraordinariamente.
En mis libros, he llegado a la conclusión de que del mismo modo que sólo un Ser Infinito es posible, del mismo modo la cerrazón al Bien Absoluto sigue unas reglas tan fijas como las matemáticas. Sólo es posible un tipo de ser condenado eternamente. Se multiplique este tipo por millones o no, y esos individuos se sumerjan más en el abismo del Mal o menos. Todo esto me parece formidable: la altura de las cumbres del Bien y la profundidad de los abismos del Mal.
Pero eso sí, si alguno persiste en su ateísmo, calificando destempladamente de trogloditas a los que crean que hay algo más que esas células y esas moléculas, les dejaremos en el sueño de su razón. Sin duda, Dios no será muy duro con ellos. Sólo hay que tener cuidado de que no se hagan daño a ellos mismos y a otros. La Historia demuestra lo dados que son al uso de la guillotina. El siglo XX ha sido prolijo en ese tipo de mentes científicas guillotinitas.
Publicar un comentario