Quien proclama a Jesús es llamado a servir y los que sirven anuncian a Jesús

Quien proclama a Jesús es llamado a servir y los que sirven anuncian a Jesús

“El que proclama a Jesús es llamado a servir y el que sirve anuncia a Jesús”; ser “apóstol y siervo” son “como las dos caras de la misma moneda”, es como el Papa Francisco exhortó hoy a los miles de diáconos permanentes de todo el mundo presentes hoy en día en la plaza de San Pedro para el Jubileo. Frente de cerca de 20.000 fieles presentes, ha seguido subrayando el “estilo” en que se expresa el ser diácono: ” si evangelizar es la misión asignada a cada cristiano en el bautismo, servir es el estilo mediante el cual se vive la misión, el único modo de ser discípulo de Jesús. Su testigo es quien hace como él: el que sirve a los hermanos y a las hermanas, sin cansarse de Cristo humilde, sin cansarse de la vida cristiana que es vida de servicio”.

El pontífice a continuación ha pasado a enumerar los elementos que educan en el servicio. El primero es la disponibilidad, “a despegarse de disponer todo para sí, y de disponer de sí como (se) quiere”.

“Quien sirve – continuó – no es u esclavo de la agenda que establece, sino que, dócil de corazón, está disponible a lo no programado: solícito para el hermano y abierto a lo imprevisto, que nunca falta, y que a menudo es la sorpresa cotidiana de Dios. El servidor sabe abrir las puertas de su tiempo y de sus espacios a los que están cerca y también a los que llaman a la puerta fuera de horario, a costo de interrumpir algo que le gusta o el descanso que se merece”.

Improvisando ha añadido: ” El servidor descuida los horarios. A mí me hace mal el corazón cuando veo un horario – en las parroquias – de tal hora a tal hora. ¿Después? No hay una puerta abierta, no está el sacerdote, no está el diácono, no hay un laico que reciba a la gente… esto hace mal. Descuidar los horarios, se necesita tener esta valentía”.

El segundo elemento es la mansedumbre: “La mansedumbre – ha dicho improvisando – es una de las virtudes de los diáconos. Cuando él es un sirviente y no está comprometido con imitadores o sacerdotes”. El Papa toma el modelo de mansedumbre el centurión se menciona en el Evangelio de hoy (noveno Domingo del Tiempo Ordinario, C, Lucas 7: 1-10), que pide humildemente a Jesús que sanara a su siervo enfermo. “Él, ante el problema que lo afligía, habría podido agitarse y pretender ser atendido imponiendo su autoridad; habría podido convencer con insistencia, hasta forzar a Jesús a ir a su casa. En cambio se hace pequeño, discreto, no alza la voz y no quiere molestar”.

El centurión “se comporta, quizás sin saberlo, según el estilo de Dios, que es «manso y humilde de corazón» (Mt 11, 29). En efecto, Dios, que es amor, llega incluso a servirnos por amor: con nosotros es paciente, comprensivo, siempre solícito y bien dispuesto, sufre por nuestros errores y busca el modo para ayudarnos y hacernos mejores. Estos son también los rasgos de mansedumbre y humildad del servicio cristiano, que es imitar a Dios en el servicio a los demás: acogiéndolos con amor paciente, comprendiéndolos sin cansarnos, haciéndolos sentir acogidos, como en casa, en la comunidad eclesial, donde no es grande quien manda, sino quien sirve (cf. Lc 22,26). Y jamás gritar: ¡jamás!”.

El tercer elemento es la “salud del corazón”, que viene del “diálogo constante con Jesús”. “Cada uno de nosotros – dijo – es muy querido por Dios, amado y elegido por él, y está llamado a servir, pero tiene sobre todo necesidad de ser sanado interiormente. Para ser capaces del servicio, se necesita la salud del corazón: un corazón restaurado por Dios, que se sienta perdonado y no sea ni cerrado ni duro. Nos hará bien rezar con confianza cada día por esto, pedir que seamos sanados por Jesús, asemejarnos a él, que «no nos llama más siervos, sino amigos» (cf. Jn 15,15)”.

“Queridos diáconos – concluyó – podéis pedir cada día esta gracia en la oración, en una oración donde se presenten las fatigas, los imprevistos, los cansancios y las esperanzas: una oración verdadera, que lleve la vida al Señor y el Señor a la vida. Y cuando sirváis en la celebración eucarística, allí encontraréis la presencia de Jesús, que se os entrega, para que vosotros os deis a los demás. Así, disponibles en la vida, mansos de corazón y en constante diálogo con Jesús, no tendréis temor de ser servidores de Cristo, de encontrar y acariciar la carne del Señor en los pobres de hoy”.

Antes de la conclusión de la misa y el rezo del Ángelus, el Papa ha querido agradecer a todos los diáconos “venidos de Italia y de otros países. Gracias por vuestra presencia aquí hoy, ¡pero sobre todo, por vuestra presencia en la Iglesia!”

También anunció “una oración especial por la paz, que tendrá como protagonistas a los niños” de las comunidades cristianas de Siria, tanto católicas como ortodoxas. El acto se celebrará el 1 de junio, con motivo del Día Internacional del Niño. “Los niños sirios – añadió – invitan a los niños de todo el mundo a unirse a su oración por la paz”.

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