Si “aprendiéramos esto, el servicio e ir al encuentro de los otros”, ambos “signos” cristianos”, cómo cambiaría el mundo. Lo dijo el Papa en la misa celebrada esta mañana en Casa de Santa Marta, inspirado en el pasaje del Evangelio que habla de la visita de María a Isabel. Hecho que, destacó Francisco, junto con las palabras del profeta Sofonías en la primera lectura y San Pablo en la segunda diseña, dice Francesco, una liturgia “llena de alegría”, que viene como un soplo de “aire fresco” a rellenar “nuestra la vida”.
Cosa mala los cristianos con una cara torcida, los cristianos tristes. Cosa fea, fea, fea. Pero no son plenamente cristianos. Ellos piensan que lo son, pero no lo son totalmente. Este es el mensaje cristiano. Y en este ambiente de alegría, que la liturgia de hoy nos la da como un regalo, sólo quiero señalar dos cosas: en primer lugar, una actitud; en segundo lugar, un hecho. La actitud es el servicio”. Un servicio, el de María, que realiza sin dudar. María, dice el Evangelio: “va apresurada” y esto a pesar de estar embarazada y era probable que tropiece en el camino con ladrones. “Esta chica de dieciséis, diecisiete, no más, fue valiente. Se levanta y se va”. “Coraje de mujer. Las valientes mujeres que están en la Iglesia: son como la Virgen. Estas mujeres que llevan adelante a la familia, estas mujeres que están realizando la educación de los niños, que se enfrentan a muchas dificultades, a tanto dolor, que curan a los enfermos… valientes: se levantan y sirven, sirven. El servicio es signo cristiano. Quien no vive para servir, no sirve para vivir. Servicio en la alegría, esta es la actitud en que quiero hoy hacer hincapié. Hay alegría y también servicio. Siempre para servir”.
El segundo punto sobre el que se basó el Papa es el encuentro entre María y su prima. “Estas dos mujeres se encuentran y se reúnen con alegría”; en ese momento “todo el fiesta”. Si ” aprendamos esto, el servicio y nos acercamos a los demás”, “cómo cambiaría el mundo”. “La reunión es otro signo cristiano. Una persona que dice ser cristiano y no es capaz de llegar a los demás, al encuentro del otro, no es totalmente cristiana. Tanto el servicio y el encuentro requieren salir de sí mismos: se van a servir y salir al encuentro, para abrazar a otra persona. Es con este servicio de María, con este encuentro, que renueva la promesa del Señor, se lleva a cabo en el presente, en aquel presente. Y el Señor – como hemos escuchado en la primera lectura: “El Señor tu Dios está en medio de ti” – el Señor está en el servicio, el Señor está en el encuentro”.
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