En un acto de Misericordia, Cristo nos eligió como Sacerdotes
El Clero de Guadalajara festejó a Cristo Sumo y Eterno Sacerdote. El Cardenal Francisco Robles Ortega enfatizó que no se trata de una casta especial. Los Presbíteros reflexionaron en torno a la Misericordia.
Texto: Sonia Gabriela Ceja Ramírez
Fotos: Jorge Hernández y Dulce Romero
El jueves 19 de mayo, la Arquidiócesis de Guadalajara celebró a sus Clérigos en la Festividad de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote.
Para la ocasión, se reunieron cerca de 300 Eclesiásticos, como ya es tradicional, en el Templo Expiatorio Eucarístico Diocesano.
A su llegada, y después de un breve momento de Adoración, Monseñor Francisco Casillas Navarro, Rector del Templo Expiatorio, dio la bienvenida a los asistentes y presentó a los 30 nuevos Presbíteros, ordenados el domingo 15 de mayo, en la Solemnidad de Pentecostés.
A los recién ordenados, el anfitrión les aconsejó: “No pierdan de vista en su camino que, en todo, se debe seguir a Cristo y hacer lo que Él nos enseñó: amar. Vivan siendo los transmisores de la Misericordia, ya que es el hilo conductor que va tejiendo la historia de cada creyente en Cristo. Los recibimos con gozo y les pedimos que sirvan con amor”.
Además, estuvieron presentes los seis nuevos Diáconos que recibieron ese primer grado del sacerdocio el mismo día 15, en el Santuario de los Mártires.
Llamados por su Gracia
La Misa fue presidida por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara, quien estuvo acompañado del Obispo Auxiliar, Juan Humberto Gutiérrez Valencia, y de Monseñor Rafael Martínez Sáinz, Obispo Auxiliar Emérito.
Durante la Homilía, el señor Cardenal felicitó a los Presbíteros y señaló que la Fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote es una buena ocasión para que el Presbiterio de Guadalajara se reúna en torno a Jesucristo Nuestro Señor. “A Él le debemos la Gracia de haber sido llamados, consagrados, enviados, de y ser su presencia viva en el mundo”.
Dijo que el Año de la Misericordia es una magnífica oportunidad para meditar, predicar y ejercer esta virtud en favor del Pueblo de Dios.
“Cristo tuvo una prueba de infinita Misericordia para cada uno de nosotros. Nos miró y nos amó para toda la eternidad; viendo nuestras infidelidades, mediocridades y contrariedades, nos amó, y en un acto de inmensa Misericordia, nos eligió. Nos sigue amando y nos sigue eligiendo y manifestando su predilección y su Amor”.
No compartimos lo que hemos recibido
“La contrariedad más grande es que, sabiéndonos amados, nos comportemos crueles o duros con nuestros hermanos, incapaces de transmitir la Misericordia que hemos experimentado. Somos administradores de la Misericordia de Dios, manifestada en Cristo hacia nosotros”.
El Arzobispo dejó en claro que el sacerdocio no convierte a los Diáconos, Presbíteros u Obispos en seres superiores. “No somos una casta especial o superior. Nuestro sacerdocio es el de Cristo, que nos abrió un camino nuevo y viviente. Durante su ministerio, Él fue entregándose en cada momento.
“Cristo, nuestro Sumo Sacerdote, purificó radicalmente el sacerdocio antiguo y le dio la máxima plenitud. Ser Sacerdote es donarse para la vida del mundo”, añadió.
Finalmente, pidió a los Sacerdotes mirarse como una familia presbiteral y también solicitó: “Purifiquemos nuestra condición de ser signo vivo de la presencia de Cristo”.
Al término de la Celebración Eucarística, los asistentes disfrutaron de un breve convivio, en el que se les ofrecieron las tradicionales pitayas, (1,200 esta vez), además de fruta y paletas de hielo”.
Sr. Obispo Juan Humberto Gutiérrez Valencia
Auxiliar de Guadalajara
“Nuestro sacerdocio, nuestro ministerio, es participación del sacerdocio de Cristo. No somos Sacerdotes por nuestra cuenta; somos sus ministros, sus servidores en favor del Pueblo de Dios; entonces, el celebrar hoy, es celebrar la fuente del sacerdocio. Él es el primero y más grande Sacerdote; como se dice en Filosofía, el primus analogatus, es un término que indica que Él es el primero en la fuente, el Sacerdote por antonomasia.
“Agradecemos que nos haya participado de este ministerio, que nos haya elegido, sacado de entre el pueblo, pero en favor del pueblo; no para constituirnos sobre el pueblo; al contrario, para estar en favor de los demás”.
El señor Obispo Gutiérrez celebró, en diciembre pasado, 48 años de ministerio sacerdotal, y refirió que en estas casi cinco décadas lo que más ha disfrutado del sacerdocio es “la alegría de celebrar la Eucaristía, saber que por la Eucaristía se hace presente el Misterio Pascual de Cristo, su entrega por nosotros, y que Él sigue intercediendo siempre por nosotros. Y, desde luego, participar de su Cuerpo y de su Sangre. Eso es lo más grande que podemos recibir.
A los recién ordenados, Mons. Gutiérrez Valencia aconsejó “que siempre consideren la Eucaristía como el centro de su vida, que es lo que viene a resumir lo que significa Cristo para nosotros. El Hombre Hijo de Dios que se entrega a los demás, y al cual nosotros, como Presbíteros, como Ministros, debemos imitar siempre”, concluyó.
Padre Candelario Sánchez Muñoz
“Para mí, esta fecha es de agradecimiento a Cristo Nuestro Señor, que nos legó el tan hermoso ministerio del sacerdocio por la participación de su Amor a nosotros. Es lo que nos da identidad.
“Además, el momento de convivencia provoca que nos dé mucho gusto encontrarnos con nuestros compañeros y amigos. En mi caso, algunos alumnos que tuve. Es motivo de convivencia alegre, fraternal y bonita”.
Padre Mauricio Muratalla Hernández
“Celebramos en comunión el ministerio sacerdotal de Cristo, el único sacerdocio. Nosotros venimos a participar y a tomar fuerzas de esta Fiesta que estamos celebrando hoy. Para mí, representa un motivo de comunión entre el Presbiterio con su Pastor. Representa un motivo de alegría para renovar nuestro ministerio, y es también una muestra de solidaridad al compartir nuestra Fe con el sacerdocio común del Pueblo Santo de Dios. Además, vivimos esa comunión sacerdotal con alegría, al poder compartir con nuestros amigos y hermanos Sacerdotes.
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