Imágenes que nos ayudan a orar

Escuela de Oración. CLASE 3

“Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”, jaculatoria recomendable para cada día, y en especial durante el mes de junio.

Patio Seminario Mayor

 

Pbro. Adrián Ramos Ruelas

A muchos hermanos católicos les inspira hacer oración frente a imágenes a las que les han cobrado devoción. Y es que una imagen bien hecha, mueve a la piedad, a la oración; estimula el afecto hacia Jesús, a la Santísima Virgen María o a los Santos representados en ella.
En el mes de junio se acostumbra, en las Parroquias, dar culto a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, devoción que lleva siglos de historia y que se ha conservado en la piedad popular. Su Fiesta litúrgica ha sido aprobada y fijada para el viernes próximo posterior a la Solemnidad de La Santísima Trinidad.
Ahora bien, una imagen del Corazón de Jesús no ha de entenderse como la veneración que se hace a un órgano de Jesús humano, sino a la Persona entera de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre. El corazón expresa, para un hebreo, la sede de los pensamientos, de los sentimientos y, por consecuencia, del afecto que una persona guarda a otra o a otras. Encierra la totalidad de la persona. Cuando vemos en la imagen o en la escultura el corazón saltado, lo que quiere expresarse es cómo su Amor hecho Misericordia alcanza a todos los hombres.

UNA DEVOCIÓN MILENARIA
La devoción al Corazón de Jesús se remonta a la época de los Padres de la Iglesia, quienes vieron en algunos textos bíblicos una sólida fundamentación de este naciente culto: “De sus entrañas manarán ríos de agua viva” (Jn 7,38). Además, interpretaban esta afirmación con la vista puesta en aquella otra, según la cual, del Corazón de Jesús, atravesado por la lanza, brotaron sangre y agua (Jn 19,34). El culto muestra en sus principios una clara referencia a los Sacramentos, especialmente al de la Eucaristía.
Esta devoción, inicialmente bíblica y patrística, fue retomada en la Edad Media en la espiritualidad mística-afectiva: Santa Matilde, Santa Gertrudis y los Santos Bernardo y Buenaventura nos heredaron una rica experiencia de oración y contemplación del amor a Cristo, expresado en su Misericordioso Corazón, herido por las ingratitudes de la Humanidad.
Históricamente, tal devoción tomó forma con las revelaciones privadas a Santa Margarita María Alacoque en el Monasterio Paray-le-Monial (lugar donde hoy se sitúa la Basílica del Sagrado Corazón), en París, Francia. Los Papas han dado un notable seguimiento en el Magisterio de la Iglesia a tan pía inclinación. San Juan Pablo II, apoyándose fuertemente en las revelaciones de Jesús Misericordioso a Santa Faustina Kowalska, descubrió un importante mensaje para la presente centuria, siglo de incertidumbre, de vacíos existenciales y espirituales serios.

JACULATORIA AL SAGRADO CORAZÓN
“El corazón y las emociones forman parte legítima de la devoción y tienen en ella un lugar irrenunciable”, afirma el Teólogo y Cardenal alemán Walter Kasper. Lo que importa es la historia de Amor entre Dios y los seres humanos, y el amor siempre es apasionado. Se trata de un diálogo personal con Dios, que desciframos así: “El corazón habla al corazón”, según inspiración del Cardenal y Beato John Henry Newman. Cierto es que ese diálogo íntimo debe abrirse a todas las personas que haya a nuestro alrededor.
Una manera sencilla de orar y honrar al Corazón de Jesús son las jaculatorias (voz latina que significa lanzar). En sentido figurado, una jaculatoria es una plegaria lanzada al Cielo y dirigida a Dios, a la Virgen María, a los Ángeles o a los Santos, ante el desaliento o el acoso del enemigo; siempre estimulada por el fervor y la devoción.
Al Sagrado Corazón de Jesús podemos orarle sencillamente con sólo repetir ante su imagen o en el pensamiento: “Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío”, y así consolidar la confianza puesta en Él, en momentos de incertidumbre, de confusión o de sufrimiento. Comencemos a orar profundamente partiendo de este breve e intenso diálogo de amor.

¿Qué representa el Corazón de Jesús?
Cristo nos ha conocido y amado con un corazón humano. Su Corazón, traspasado por nuestra Salvación, es el símbolo del Amor infinito que Él tiene al Padre y a cada uno de los hombres. (Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio, 93).

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