Esos prejuicios posconciliares, cuando nos libraremos de ellos


















Ayer hablaba de un modo jocoso de algo serio, los símbolos. Si me lee alguien del Vaticano, le pediría que reparara en un pequeño detalle: las fotos de las ceremonias papales en San Pedro del Vaticano nunca salen con el color, textura y definición con que aparecen las fotos, por ejemplo, de la ceremonia de apertura del parlamento británico.

Cualquier experto en fotografía podrá explicar la diferencia de calidad entre unas fotos y las otras. Desde hace años no deja de sorprenderme la dureza y frialdad de las fotos vaticanas, sin que vea que eso tenga visos de arreglarse. Sin contar con el carácter artístico de las fotos inglesas citadas como ejemplo no tiene nada que ver con el tono anodino de las fotos de las ceremonias papales.
Dejando aparte el tema de las fotos, después está el mismo uso de los símbolos. El uso de estos en el parlamento británico es magistral. En Roma, son muchos los fallos que he mencionado en este blog (y los que no he mencionado) que no resistirían una comparación.
Pero hay dos diferencias radicales entre la monarquía inglesa y los encargados de determinados asuntos pontificios. Una diferencia me la guardo en mi augusto pecho, la otra es que en Roma se tiene todavía la sensación de que como hay muchos pobres en el mundo, tampoco hay que pasarse en esto de la belleza, aunque eso suponga simplemente cambiar las texturas de las fotos.


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