Al compartir su testimonio en un reciente video publicado por Courage, Angelo dijo que “saber que soy amado, eso fue clave, eso aún es clave. Y tengo mucho que trabajar en eso porque todavía puedo olvidar eso, pero cuando sabes que eres amado, muchas de las cosas se desvanecen, ¿sabes?”.
Saber que eres amado, aseguró, “permite que la gracia de Dios entre en nuestros corazones y mentes, de tal forma que podemos hacer mejores elecciones”, así como “hacer Su voluntad”.
“Y luego compartir con otros”, añadió.
“Lo que obtengo de Dios lo tengo que compartir con otros, porque si no ¿qué de bueno es?”, dijo.
Angelo recordó que desde joven “había una atracción a hombres”, aunque “en ese momento no había ninguna lujuria hacia ellos, solo había una fascinación con los hombres”.
“En algún punto en la secundaria podría haber mirado y haber sido un poco celoso y envidioso, y mirar a los chicos que eran mayores o quizás un poco más desarrollados que yo con respecto al vello facial y al vello corporal y músculos y así”.
“Pero nunca hubo… yo nunca tuve deseo por nadie en la secundaria”, reiteró.
No fue hasta después de graduarse que, viajando a Manhattan en Nueva York se introdujo en el estilo de vida homosexual.
“Eso fue cuando yo tenía como 18, 19”, dijo.
“Eso estaba oculto en la medida en que uno puede esconderlo”, señaló, pues “los padres no son estúpidos”.
Al tiempo de llevar un estilo de vida homosexual en Nueva York decidió mudarse a California, en el otro extremo de Estados Unidos, porque “llegué a la conclusión de que si iba a entrar en este estilo de vida, iba a hacer esta elección, era mejor que me fuera tan lejos como pudiera”.
Ahí tuvo varias parejas y “estaba viviendo lo que la gente llama un estilo de vida gay”.
“Pero las cosas se volvieron un poco locas”, dijo. “Se volvió oscuro después de estar ahí por mucho tiempo”, señaló, y recordó que vivió así por unos 13 años.
“Viví una vida promiscua por bastante tiempo”, recordó. “Me vi envuelto en drogas recreativas”.
Sin embargo, dijo que “yo sabía que algo no estaba bien”. “Solo necesitaba a Dios, básicamente”, afirmó.
Angelo recordó que “me sentí fuera de control” y “pensé que tenía un ataque de nervios. Por un largo periodo de tiempo tenía estos pensamientos intrusivos (ideas no deseadas que afectan la vida cotidiana) por meses”.
“El mismo pensamiento, muy oscuro, muy intrusivo”.
“Pensé que me estaba volviendo loco”, añadió.
Aunque recibió ayuda de una psicóloga en un centro de ayuda para gays y lesbianas en Hollywood, fue su hermano sacerdote el que le dio una solución permanente a su vida.
“Fue el que después de un par de conversaciones me llevó de nuevo a la oración. Él fue el que mencionó Courage y no había escuchado ese nombre en bastante tiempo”, señaló.
En ese tiempo, señaló, “estaba deprimido”. Su hermano le alentó a ir a una conferencia que Courage organizaba ese año.
Angelo aseguró que fue precisamente “en ese punto (que) escuché a Dios a través de él”.
“Tenía que hacer esto” y “así es como Courage entró a mi vida”.
“La conferencia fue en el Bronx ese año, 1995”, dijo. Y ahí “tuve una experiencia de conversión”.
“Salir de esa oscuridad comenzó a suceder”, recordó. “Fue una conversión profunda, tuve el don de las lágrimas en esa conferencia”. Así se produjo lo que Angelo llama “un reingreso en la Iglesia Católica”.
Desde entonces, aseguró, “he madurado emocionalmente” y “he crecido”.
“He ganado sabiduría a través de otros miembros de Courage”, dijo.
Tras 25 años de miembro y 15 de “apóstol” de Courage, Angelo resaltó que “Dios conoce nuestro corazón”.
“Y no me olvido de cómo era la vida antes de Courage”.
Angelo reconoció que “ha habido momentos en los que he estado tentado de ir hacia atrás”, pero “por Su Gracia Él me recuerda Quién es”, así como “cuál es mi propósito en la vida”.
“No es fácil”, remarcó, “pero es una gran bendición para mí devolver tan desinteresadamente como pueda”.
Lo que enseña la Iglesia sobre la homosexualidadLa enseñanza católica sobre la homosexualidad está resumida en tres artículos del Catecismo de la Iglesia Católica: 2357, 2358 y 2359.
En estos artículos la Iglesia enseña que los homosexuales “deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta”.
La homosexualidad como tendencia es “objetivamente desordenada” y “constituye para la mayoría de ellos (los homosexuales) una auténtica prueba”.
Apoyado en la Sagrada Escritura, la Tradición ha declarado siempre que “los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados”, “no proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual” y por tanto “no pueden recibir aprobación en ningún caso”.
“Las personas homosexuales están llamadas a la castidad” y “mediante el apoyo de una amistad desinteresada, de la oración y la gracia sacramental, pueden y deben acercarse gradual y resueltamente a la perfección cristiana”.
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