El 24 de junio, la Familia Grande del Hogar de Cristo, Cáritas Argentina y la Pastoral Nacional sobre Adicciones y Drogadependencia expresaron en conferencia de prensa, que el flagelo de la droga “lastima a nuestros pueblos y se constituye como un terrible obstáculo para el logro del desarrollo humano integral”.
“Especialmente de los más pequeños, los más pobres, en quienes reconocemos una valía que tienen para desplegar y que constituye un don para toda la sociedad”, agregaron.
Las organizaciones expresaron su deseo para que en cada barrio popular de América “se vivan ‘las 3 C’: Capilla, Club y Colegio”, de acuerdo a los aportes y experiencias que ya conocen “de hacer familia, de hacer comunidad. Estamos convencidos de que ese es nuestro gran diferencial y fortaleza”.
“Si seguimos en ese camino de reconocer en nuestro pueblo el dolor y nos dejamos interpelar por eso vamos por una buena senda y nos queda sumar, mostrar y fortalecer para seguir andando”.
En ese sentido, alentaron a la ciudadanía y las organizaciones sociales y civiles a participar en este tiempo de escucha en el marco de la 1ª Asamblea Eclesial que convoca el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), especialmente en el “Foro de Adicciones” para reflexionar sobre la Iglesia en salida “que acude al encuentro con poblaciones populares que enfrentan el desafío de las adicciones”.
Las organizaciones también expresaron algunos “relatos de desgarro, desesperación, impotencia o vivencia de desamparo” que ven en forma cotidiana a través del trabajo que realizan, sobre todo ante el “agravamiento” de la situación de las drogas y las adicciones en tiempos de COVID-19.
En ese sentido, expresaron su preocupación cuando los medios de comunicación, las redes sociales, la política y la sociedad “ignoran” la problemática de las drogas y las adicciones.
Asimismo, lamentaron ver una “sociedad y un Estado cada vez más fragmentados en sus respuestas. Esto permite sospechar que no se comprende la complejidad y gravedad constitutiva del problema”.
Las organizaciones alertaron que, tras las políticas sanitarias para evitar la propagación del coronavirus, los barrios “quedaron huérfanos” y como consecuencia, los jóvenes “sin espacios de contención, ni referentes del mundo adulto o pares con los que interactuar en los clubes, las escuelas” o capillas”.
“Con alarma comprobamos que se encuentran a la intemperie no solo física sino también existencial”.
De otro lado, las organizaciones bajo el alero de la Iglesia alertaron sobre la crisis del sistema penitenciario que funciona “como un espacio que alberga personas con problemas de salud mental y adicciones” “sin recibir las atenciones correspondientes”; y también, de las condiciones “infrahumanas” que viven los encarcelados.
Asimismo, alertaron sobre el aumento del VIH, la tuberculosis y otras enfermedades asociadas a las drogas; la alta incidencia entre la pobreza, adicciones y explotación laboral y sexual; y los padecimientos mentales de las personas en contexto de exclusión; todas, realidades que carecen de atención oportuna y de calidad.
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