La autora escribió al inicio de su artículo: “Los padres espirituales y los padres de niños dicen que tienen mucho en común y ven como modelo a San José, el padre terrenal de Nuestro Señor. La actual crisis de la paternidad está haciendo que la formación de padres espirituales sea más crucial”.
Según Presbyterorum ordinis, el decreto sobre el ministerio y la vida de los sacerdotes, un presbítero vive su paternidad espiritual en tres funciones u oficios: como ministro de la palabra de Dios, como ministro de los sacramentos y la Eucaristía, y pastor de su pueblo.
“Un padre espiritual en su oración, palabras, amor y sacrificio hace que las personas conozcan su dignidad como hijos de Dios, que los ama, y que puedan ser libres para vivir para Dios nuestro Padre”, declaró para el NCR el P. Andrew Hofer, dominico ordenado en 2002, profesor de patrística y lenguas antiguas en la Casa de Estudios Dominica de la Pontificia Facultad de la Inmaculada Concepción, en Washington.
Otro sacerdote, el P. James Livingston (ordenado en 1990), párroco de la Iglesia St. Paul en Ham Lake, Minnesota, comentó a la autora del artículo que “los padres espirituales son un ícono de Dios el Padre, alimentan espiritualmente a la familia parroquial y ayudan a resaltar sus carismas y dones”.
También dio su punto de vista el redentorista P. Dennis Billy, sacerdote desde 1980, profesor de teología moral y espiritualidad en el Seminario y Universidad St. Mary en Baltimore, quien dijo que “los padres espirituales deben reconocer que Cristo anhela nacer en el corazón de las personas y permitir que eso suceda”.
“Un sacerdote no puede hacer esto por sí mismo –continuó–, necesita un fuerte apoyo de sus compañeros sacerdotes, pero también tiene que ser un hombre profundo de oración. Tiene que ser alguien que mire a Dios como un padre, que vea a Jesús como un hermano pero también como un padre… que tenga un sentido profundo de que ha sido llamado por Dios para hacer este trabajo especial para su cuerpo místico”, añadió.
El P. Billy explica que la paternidad espiritual se ve diferente dependiendo de dónde y cómo sirve un sacerdote: “No hay dos sacerdotes que encarnen esos oficios exactamente de la misma manera”.
Por su parte, el P. Hofer dijo que busca ejercer la paternidad espiritual a través de la enseñanza, tratando de ayudar a las personas a experimentar la vida de Cristo a través del Espíritu Santo.
El Papa Francisco escribe en Patris corde, carta apostólica para el 150 aniversario de la proclamación de San José como “Patrono de la Iglesia universal”, que este santo es un modelo para todos los padres.
“Todos pueden encontrar en San José –el hombre que pasa desapercibido, el hombre de la presencia diaria, discreta y oculta– un intercesor, un apoyo y una guía en tiempos de dificultad. San José nos recuerda que todos los que están aparentemente ocultos o en ‘segunda línea’ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación. A todos ellos va dirigida una palabra de reconocimiento y de gratitud”, escribió Francisco.
Para el P. Hofer, “el amor silencioso de San José forma a los sacerdotes para poder contar la Buena Nueva”; mientras que el P. Livingston añade que “San José es también un modelo de prudencia, castidad, caridad, pobreza y acción práctica”.
Según el P. Billy, San José “también era una presencia misteriosa”. “Los padres espirituales también tienen una especie de papel en la sombra, no buscan ser el centro de atención o ser demasiado posesivos con las parroquias y los dirigidos espiritualmente”, dijo.
“Los sacerdotes, como padres espirituales, no deberían estar tan preocupados por la necesidad de la gente de ellos. Deberían estar más preocupados por la necesidad de la gente de crecer en santidad y caminar hacia el Padre”, agregó.
El P. Christopher Ford, un sacerdote ordenado en 2019 en la Diócesis de Bridgeport, dijo que “los padres espirituales plantan semillas de santidad para los católicos que se les han confiado”.
“San José es un modelo para todos los padres porque hizo lo correcto en circunstancias difíciles, sin tener en cuenta el costo para él mismo”, dijo Sam Alzheimer, quien tiene cuatro hijos y es fundador del centro de recursos para la promoción de vocaciones Vianney Vocations, con sede en Tallahassee, Florida.
“Los padres de niños y los padres espirituales deben ser rápidos para alentar, fomentar la independencia y tanto amar como corregir. Un padre de niños también es un padre espiritual, porque si se habla de llevar a un niño por un camino fiel en la vida, entonces los padres biológicos son igualmente importantes”, dijo Alzheimer.
El laico recordó que si bien los papás no “traen los sacramentos”, sí “deben verse a sí mismos como padres espirituales”.
El P. Ford, por ejemplo, aprendió de su padre a reconocer el camino único hacia la santidad de cada persona. “El mejor testimonio de una auténtica paternidad espiritual es un testimonio de la filiación y la relación con Dios el Padre, así como el reconocimiento de lo que él puede hacer y ha hecho”, dijo.
Según el P. Hofer, “un hombre no puede ser un buen padre si no es un buen hijo. Aunque fallo como hijo y como padre, Dios es misericordioso en mi vida”.
A veces, cuenta el P. Livingston, los hombres que han tenido experiencias negativas de paternidad le han contado algunos de sus sentimientos.
La crisis de abuso sexual por parte del clero también ha dañado la credibilidad de los padres espirituales.
“Creo que terminas ganándote la confianza de la gente, pase lo que pase, y parte de la confianza viene a espaldas de generaciones de sacerdotes antes que nosotros”, dijo.
Los seminaristas, los jóvenes y los niños que atiende el P. Livingston lo ven como una figura paterna, aseguró, al igual que el presbítero que él conoció cuando tenía 20 años.
Como profesor que vive en el campus del Seminario de St. Mary, el P. Billy dijo que se esfuerza por modelar la paternidad espiritual para los seminaristas, al mismo tiempo que les enseña a ser mentores y directores espirituales.
“Algunos padres espirituales deben ser como padres naturales tanto con los seminaristas como en las parroquias porque algunos de los hombres no han tenido experiencias positivas con los padres. Muchos chicos necesitan ese campo de entrenamiento en paternidad espiritual antes de ir al seminario”, dijo Alzheimer.
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en National Catholic Register.
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