Mojoneras del tiempo, del uno al mil
Las ediciones de Semanario Arquidiocesano de Guadalajara, ordinarias y significativas de cada domingo desde el número 1 hasta el número 1000, tienen líneas que rozan la esencia creyente, así como las ansias pastorales y sociales de cada comunidad. Esta publicación ha querido ser un bosquejo de esperanzas, renacidas y retratadas en un millar de semanas. El alma de este periódico puede llegar a cientos de Parroquias y miles de familias, ofrece y delínea acentos y ausencias de nuestra identidad religiosa, social. También en su vertiente política, que es rica y se da tiempo para asomarse al alma profunda de Pueblo y Gobierno.
Nada de lo que se vive en el entorno eclesial, de la religiosidad y de la estructura del ser humano pueden ser olvidados. Es algo de lo que se pretende, renueva y fortalece; se dialoga en los hechos con los hechos y las omisiones compartidas. También quiere, en los días privilegiados de Fe, experimentar de manera cercana el aura del más allá y del más acá, y cómo se entrecruzan sus intereses.
¿Qué decir de los silencios de agentes, que callan cuando surgen jornadas de la paz y la comunicación? Son punta de lanza para encontrar el fiel de la balanza entre nuestras familias. Hay elucubraciones torpes, con el sentimiento de ayudar. Se conjuntan, en esta fecha de 1000 ediciones, fortalezas y debilidades, al igual que ansias de crecer como ente comunicativo en medio de una sociedad difícil. Con frecuencia surgen los gustos, valores, convicciones cristianas que también hoy engarzan con las características de nuestro entorno; son del devenir de la vida; vida que se enreda, goza y asimismo interroga a toda sociedad.
Los 1000 de Semanario, un milagro de la tenacidad por anunciar desde los terrados de la vida de hombres y mujeres y la impronta de la Fe que diversifica y ennoblece la humanidad entera. Mujeres y hombres que en el quehacer diocesano van buscando, descubriendo y compartiendo razones íntimas de la tarea de comunicar desde las trincheras de los valores humanos, familiares, religiosos y del entorno político.
En este número 1000, un tema social muestra diversas caras a la sociedad para que, a través de sus páginas, nos empeñemos en conocer problemas dolorosos que laceran a gente pobre a escasos kilómetros de la ciudad. Se buscan espacios para escuchar y también decir su palabra, para buscar la interlocución.
Los Decanatos, Vicarías, hombres y mujeres, pueden seguir las huellas de las tareas eclesiales prestando oídos, corazón y lengua para revitalizar las mil jornadas de Semanario. Se abren asuntos que los Papas, en su diferente turno, han buscado resaltar para subrayar la eclesialidad. Las artes populares han tenido en Semanario una voz, un eco, un micrófono que funge. El Seminario, corazón del pueblo creyente, se siente parte importante de Semanario. Se quiere concientizar para ofrecer diversos cuadros y alternativas para la vida eclesial de las mayorías.
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