Jesús pasó haciendo el bien

Juan López Vergara

Hoy celebramos el núcleo de la Verdad de nuestra Fe: la Pascua de la Resurrección del Señor Jesús. En esta ocasión hemos decidido referirnos a la Primera Lectura que la Iglesia nos ofrece, porque registra uno de los testimonios más antiguos de la Fe de nuestros primeros hermanos, que revela que la Resurrección no es un remate fabuloso adherido a la Vida de Jesús, sino su definitiva y definitoria conclusión (Hch 10, 34. 37-43).

EL HOY DE DIOS
El discurso de San Pedro en casa de Cornelio resume la Fe Cristiana, tal y como era expresada por la primera generación de discípulos, en la cual se concede una prioridad indiscutible al Acontecimiento de la Resurrección.
En primer término, tan profunda experiencia está ligada con el pasado de la comunidad de seguidores del Señor: “Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el Poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazareth, y cómo Éste pasó haciendo el Bien, sanando a todos los oprimidos por el Diablo, porque Dios estaba con Él” (vv. 37-38). Pero también, con incuestionable eficacia, la vital experiencia de la Resurrección se despliega en el presente de la comunidad: “Nosotros somos testigos de cuanto Él hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la Cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que Él, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con Él después de que resucitó de entre los muertos” (vv. 39-41). Si bien, sobre todo, la experiencia del Resucitado muestra su vocación de futuro en el envío apostólico: “Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos” (v. 42). La estrecha unión entre el pasado, el presente y el futuro da vida al Hoy de Dios.

UNA NUEVA FORMA DE VIVIR
El testimonio de San Pedro revela que, a partir de la Pascua, la Fe en Jesús Resucitado sitúa en otra parte el centro de gravedad de nuestra vida, llevándonos a una apreciación distinta de la existencia. Ésta, implica otra forma de vivir, pues “no hay más que un modo noble de vivir -asegura el Teólogo González de Cardedal-, y es el ansia de sobrevivir, y a esta ansia le dio asiento y fin Cristo”, quien, permítasenos insistir, “pasó haciendo el Bien” (v. 38).

DIOS NO HACE ACEPCIÓN
DE PERSONAS
¡Ojalá que algún día se diga lo mismo de quienes hemos decidido seguirlo! Que pasemos por el mundo haciendo el Bien, comprometidos con el Proyecto del Buen Padre, quien propone aceptar sin condición a todos nuestros hermanos, como enseña el Apóstol al inicio de su testimonio: “Entonces Pedro tomó la palabra, y dijo: ‘Verdaderamente comprendo que Dios no hace acepción de personas, sino que en cualquier nación el que teme y practica la justicia le es grato’” (vv. 34-35).

Etiquetas:

Publicar un comentario

[blogger][facebook]

Agencia Catolica

Forma de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Con tecnología de Blogger.
Javascript DesactivadoPor favor, active Javascript para ver todos los Widgets