La caótica vialidad

Urbana manifestación
La movilidad en tiempos de crisis

La sobresaturación de autobuses y automóviles en el Área Metropolitana ha alentado el uso de las motocicletas, y ese frenético auge de automotores ha obligado a las autoridades a replantear la normatividad, tanto para procurar la fluidez y seguridad de los conductores, como para favorecer a los transeúntes.

Motofamilia AAR

Dr. Jorge Enrique Rocha Quintero

Hace dos semanas el problema de la movilidad urbana volvió a mostrarse con toda su fuerza y crudeza en los municipios metropolitanos. Alrededor de 2 mil taxistas (de acuerdo con cifras oficiales) se manifestaron hace unos días en el Centro de Guadalajara para exigir que se limiten y regulen las actividades de la empresa Uber en el área conurabada tapatía. La “toma” del Centro de la Capital de Jalisco por parte de los trabajadores de los taxis provocó muchas molestias, colapsó la vida en esa porción citadina y, desafortunadamente, terminó con un enfrentamiento entre choferes y comerciantes de la Plaza de la Tecnología, que llevó a las Autoridades a detener a casi 50 personas.

DESDE OTRO ENFOQUE
Más allá de que esta manifestación se convirtió en un contraejemplo de lo que debe hacerse en términos de comunicación política (los sitieros sólo incrementaron su mala imagen frente a la mayor parte de la población), es necesario propiciar una seria reflexión en torno a los problemas asociados al transporte en la ciudad.
Desde hace varios años, académicos, organizaciones civiles y algunos políticos han señalado que es necesario ejecutar un proceso profundo de reestructuración de todo el sistema de movilidad urbana, que implica, por lo menos, las siguientes estrategias:
1. Rediseñar el sistema de transporte público, de modo que otorgue centralidad a las tres líneas del Tren Ligero y del Macrobús; que propicie la incorporación del modelo ruta-empresa con un padrón transparente que evite la creación de monopolios; el irrestricto cumplimiento de reglas de seguridad; garantizar los derechos laborales de los choferes; el uso de tecnologías para hacer más eficientes los traslados; la transición de todas las unidades al uso de energías más limpias y eficientes; y reglas claras y ciertas para la revocación de las concesiones.
2. Regularizar, de forma equitativa y de acuerdo a las necesidades de la ciudadanía (no del mercado), a las distintas empresas de taxis que, respetando algunas de sus particularidades, tengan concesiones que se renueven al menos cada dos años; que todas las unidades cuenten con mecanismos de seguridad para los usuarios (entre ellos el seguro de gastos médicos mayores); que los permisos impliquen el pago regular de Impuestos al Estado, pero evitando el “tráfico” de placas y permisos; la existencia de un padrón transparente y actualizado de titulares de concesiones y unidades, además de regulación de las tarifas, para evitar abusos de cualquier naturaleza. Estas medidas deben ser para todos.
3. La apuesta por una movilidad no motorizada debe ser contundente y profunda, lo cual implica la creación de una verdadera red de ciclopistas que, efectivamente, conecten a la mayor parte del territorio de la ciudad de forma segura y eficiente. Mientras no se logre crear una infraestructura de este tipo, los viajes en bicicleta o a pie serán sólo para los arriesgados que quieran transitar las calles, invariablemente invadidas de autos. Junto con esta apuesta, es necesario multiplicar la existencia de “zonas 30”, donde sí se cumplan las reglas y los propósitos de éstas; e incluso en los Centros Históricos de los municipios más urbanizados de Jalisco debería retomarse muy en serio la propuesta de peatonalizarlos permanentemente, y con ello podrían generarse círculos concéntricos, cuyo nivel de importancia más grande deben tenerlo los viandantes, luego los que se desplazan de forma no motorizada, enseguida los que utilizan el transporte público y al final los que se mueven en automóvil particular.
4. En esta ciudad, las políticas públicas de movilidad privilegiaron por poco menos de dos décadas al transporte en carro particular, la creación de grandes avenidas, pasos a desnivel, puentes, entre otros, que sólo favorecían e incentivaban el uso de auto privado. Estas decisiones nos llevaron a la situación de inmovilidad que ahora tenemos, y es por ello que estos privilegios deben terminarse de una vez por todas. Ahora las políticas públicas para el uso de automotores deben ser exactamente al revés y llevarnos a hacer un uso más racional y estratégico de esta forma de movilidad. No se trata ahora de estigmatizar a los que cuentan con autos particulares, pero sí es necesario que esta forma de transporte sea la menos utilizada. Y, para ello, los mecanismos deben desalentar su empleo entre ellos, y que las otras formas para moverse en la gran urbe sean mucho más atractivas de lo que son ahora.
Mientras no seamos capaces de articular e implementar una estrategia global para la movilidad en la Capital de Jalisco y los municipios conurbados, no resolveremos este problema a cabalidad, y como consecuencia, un día habrá problemas con los taxistas, otro con lo operadores del transporte público, otras veces con los ciclistas y, mientras tanto, la Metrópoli estará crecientemente colapsada.

Correo electrónico:
jerqmex@hotmail.com

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