Hoy, tras acabar mi trabajo en el hospital, he ido a ver la película Resucitado del director Kevin Reynolds. ¿Cuál es mi crítica? Bien sabéis que me gusta fijarme en los defectos de las películas. Pero debo reconocer que la interpretación de los actores ha sido muy buena, realmente buena. No hay ningún pero que poner por este lado. Además había varios españoles, sea dicho de paso.
El problema es que los actores no han podido subsanar con su gran trabajo el gran problema de esta película: la falta de calidez que el director ha imprimido a todos los hechos que ocurren en la cinta.
Por ejemplo, uno compara la curación del leproso en la obra de Reynolds con la curación del ciego en la película de Zefirelli, y comprenderá lo que quiero decir.
La de Zefirelli rezuma sentimiento, la mirada de su cámara nos mete totalmente en la escena. El milagro narrado por Reynolds da la impresión de teatro sin convicción. Y así es toda esta película que, además, no ofrece una impresión de unidad, sino de acumulación de escenas. Metraje en el que puedes quitar muchos trozos sin que se resienta nada la obra. En Sed de Mal no puedes quitar nada, porque todo es relevante, cuando menos para la descripción de los personajes.
Por supuesto hay grandes meteduras de pata de guión que le quitan credibilidad a la historia. Eso pasa cuando el productor se convierte en guionista en una película de época.
Cuando veía la película, me daba cuenta de que el director disponía de muchos caminos por donde seguir la historia de un modo fascinante; por ejemplo, enfocar toda la historia de un modo policial. Pero no desarrolla con interés ese camino y después lo abandona. Podía haber desarrollado el camino de continuar con la descripción de la sociedad de Jerusalén o centrarse en el poder romano en esa nación. Pero tampoco.
Aun así, para lo que ahora hay en cartelera, creo que es, sin duda, la mejor opción. Yo vi la película en una sala del productora. Como ya no llegué al pase de prensa la semana pasada, estuve en el de hoy con el seminario de Getafe. Me dieron la impresión de ser unos chicos excelentes. Excelentes y de muy buen gusto, porque varios habían descargado mis libros.
Varios actores estaban presentes en aquella sala de confortables y amplios sillones con dos reposabrazos individuales para cada espectador. Era gracioso al acabar la película ver en la fila de delante a varios de los Apóstoles y otros personajes.
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