Por Francisco Xavier SÁNCHEZ |
En la primera mitad del siglo XX, el filósofo alemán Martín Heidegger criticaba los avances de la técnica que nos impedían entrar en nosotros mismos para buscar la esencia del ser humano, que para él consistía en la búsqueda del Ser. Algunas décadas después una empresa japonesa nos invita a buscar pokémones (pequeños monstruos virtuales). Jesucristo, el Maestro por excelencia, basó su predicación en la búsqueda del Reino de Dios. ¿Cuál es la búsqueda por excelencia que nos puede hacer realmente humanos?
Vivimos en una época que algunos llaman post-moderna y que se caracteriza por el individualismo, el hedonismo, la inmediatez y el fin de los grandes proyectos colectivos (los meta-relatos). En palabras coloquiales podríamos decir que es una época en la que se busca vivir cada quien su vida a su manera (la famosa tolerancia), disfrutar el aquí y el ahora (vivir la vida loca) y sin preocuparnos por construir algún gran proyecto social. La postmodernidad está dirigida por un proyecto neoliberal en el cual lo que importa es ganar dinero a como dé lugar. Ya sea vendiendo drogas materiales (marihuana, cocaína, etc.) o virtuales (pokémones go y video-juegos), que para el caso es lo mismo: atontar a las personas, sacarlas de su realidad y llevarlas a viajes ilusorios, a realidades “mágicas”, “fantásticas”, es decir al fin de cuentas trans-humanas (más allá de lo humano).
El nuevo juego sensación que recorre el mundo entero es “Pokémon go” (Contracción de Pocket Monsters = Monstruos de bolsillo). Juego virtual mediante el cual, una persona a través de un teléfono “inteligente” (inteligente se refiere al instrumento no a su utilizador) puede capturar “demonios invisibles”, pero que “parecen visibles” y localizables, gracias a la pantalla de su dispositivo. Las personas –tengo entendido– que pueden ir comprando más accesorios para hacer más apasionante la caza de sus personajes fantásticos.
¿Hasta dónde hemos llegado hasta ahora y hasta adónde podemos llegar con el uso de estas nuevas tecnologías? ¿Qué es lo que aporta al hombre (niño, joven o adulto) esta “cacería virtual” de seres irreales? Considero que estas nuevas tecnologías favorecen el individualismo, la introversión y la evasión del mundo. Ya los teléfonos celulares –con todas las grandes ventajas que ellos tienen– paradójicamente nos han alejado del contacto humano. Hay muchas personas que prefieren pasar horas y horas consultando su teléfono celular, que prestar atención a la persona concreta que se encuentra frente a ellos.
Considero que el “realismo” que se tiene ahora y que se logrará en el futuro, con el avance tecnológico, para hacer aparecer seres “irreales” será sorprendente y seductor, como las sirenas que trataban de seducir a Ulises con sus bellos cantos. Sin embargo esos juegos virtuales no pueden competir con la alegría de sudar y de pegarle a una pelota jugando futbol con los amigos de la calle. Esas imágenes extra-ordinarias de los teléfonos no pueden equiparase con la sorpresa de ver volar un colibrí y con la maravilla de las mariposas.
Por último, considero que la búsqueda por excelencia no se realiza buscando en las calles seres producidos por la imaginación de comerciantes, sino dentro de nosotros mismos para liberarnos de todo aquello que nos impide amar más a nuestros hermanos y a Dios. Dejar el egoísmo y la soberbia de saber que yo tengo el último aparatito a la moda, para ver la verdadera realidad con toda la crudeza que ella encierra. Un mundo cada vez más dividido por la pobreza y la injusticia. Personas que buscan demonios de bolsillos mientras otros buscan a sus hijos secuestrados o desaparecidos. Personas que buscan la actualización del último software, mientras otros buscan trabajo para poder sobrevivir.
Parafraseando un versículo de los Hechos de los Apóstoles, 1, 11, yo diría: “Galileos (y personas de todo el mundo) que hacen allí parados mirando sus teléfonos celulares. Apáguenlos un poco para mirar a la naturaleza, para mirar a los seres vivos, para mirar a sus hermanos”. La verdadera cacería no consiste en buscar demonios virtuales sino en buscar nuestros propios demonios personales que nos impiden ser más humanos, más justos, más fraternos.” Búsqueda de Dios en la que aún tenemos mucho trabajo por hacer.
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