El 20 de noviembre, cercanos a la Solemnidad de Cristo Rey, Mons. Tissera recordó que Jesús pide “estar en el mundo para cambiarlo, con gestos y palabras nos enseña el camino de la solidaridad, de la justicia, del amor, para construir otro mundo”.
En ese sentido, el lema de la 26º Misa de la Esperanza “A los pobres los tienen siempre con ustedes”, “nos invita a hacernos eco de las voces de los pobres”, “haciéndonos uno con ellos, en su sufrimiento y en la esperanza”, dijo Mons. Tissera.
“La pobreza duele, la falta de trabajo angustia, la enfermedad sigue siendo una preocupación, la inseguridad cunde y golpea fuerte, la violencia institucional se ensaña con los más desprotegidos, la desigualdad es cada vez más marcada, la corrupción se anida en amplios espacios de poder, la democracia es entorpecida por oscuros intereses, la ambición de los poderosos es cada vez más inescrupulosa”, afirmó.
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El Obispo de Quilmes alentó a ser “eco de las voces de las víctimas de la trata de personas”, “vergonzosa forma de esclavitud”; de los migrantes; los enfermos “sin atención o deficiente cuidado” que están “a la merced de ayuda a los demás”.
También de “los que no tienen lo suficiente para alimentarse cada día dignamente y deben mendigar el pan por nuestras calles de diversas maneras”; “los que luchan con el consumo problemático de diversas sustancias, que minan la vida que crece en nuestras familias, en nuestros barrios”.
En esa línea, Mons. Tissera expresó que las “tres T” (techo, tierra y trabajo) “son derechos sagrados” y "la pandemia con sus consecuencias en la economía ha agravado la situación de las familias que se han empobrecido".
Además de enumerar otras injusticias que vive el pueblo argentino, Mons. Tissera agradeció “a todos los agentes pastorales y personas de buena voluntad que se juegan todos los días la vida como viene”.
Desde el Cruce Varela, lugar de alta movilidad y donde confluyen los partidos de Berazategui, Florencio Varela y Quilmes; sacerdotes, diáconos, religiosas y laicos de la diócesis recordaron las palabras de la última homilía celebrada en noviembre de 2000 por el impulsor de esta actividad, Mons. Jorge Novak.
“Hay esperanza, porque miles de padres de familia alimentan y aman con ternura a sus hijos. Hay esperanza, porque hoy muchas servidores y servidoras organizan comedores para que niños y ancianos tengan, al menos, una comida al día. Hay esperanza, porque muchos voluntarios están junto a la cama de los enfermos como auxiliares de las familias y de los hospitales. Hay esperanza, porque muchos docentes forman con amor el cerebro y el corazón de las nuevas generaciones. Hay esperanza, porque todavía quedan funcionarios y profesionales honestos”, citó las palabras de Mons. Novak.
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