Tres años después de entrar en el monasterio de las Hermanas Pobres de Santa Clara, Sor María de los Milagros del Divino Amor profesó el pasado 17 de noviembre sus votos simples.
Sor María de los Milagros del Divino Amor entró en la iglesia del monasterio de Santa Ana y Santa María Magdalena de Lorca vestida de novia y del brazo de su padre para profesar los votos temporales como hermana pobre de Santa Clara.
Tras la lectura del Evangelio, la religiosa pidió su consagración al obispo auxiliar de la Diócesis de Cartagena y delegado para la Vida Consagrada, Mons. Sebastián Chico.
Según informa la Diócesis de Cartagena, tras la homilía tuvo lugar el rito de consagración que se asemeja al que realizó Santa Clara, cuando escapó de su casa para para seguir a San Francisco de Asís. Allí, Santa Clara, cambió sus mejores galas por un sayal, puso un cordón con nudos en su cintura y cortó su pelo.
Siguiendo la tradición Sor María de los Milagros cambió su vestido blanco por el hábito marrón, con toca y velo; anudó a su cintura una cuerda con tres nudos, y su madre cortó su pelo, que llevaba adornado con pequeñas flores blancas. También cambió sus tacones por las sandalias propias del hábito, precisaron desde la Diócesis.
La abadesa, acompañada de la vicaria y la maestra de novicias, le pusieron la medalla de la Inmaculada, se le hizo entrega de las constituciones de la orden y de una cruz.
Sor María de los Milagros del Divino Amor realizó los votos de pobreza, castidad, obediencia y clausura. Al ser votos temporales se renovarán dentro de tres años y posteriormente, cada año durante dos años más. Pasados esos cinco años, realizará los votos perpetuos.
Sor María de los Milagros del Divino Amor aseguró a la web de la Diócesis de Cartagena (España) que siempre había tenido inquietud vocacional. “Siempre he tenido esa ‘cosica’ dentro, he sentido algo que no sabía ni lo que era. Cuando veía a una religiosa algo se removía dentro de mí muy fuerte”.
Con 25 años decidió ser religiosa. Cuando lo comunicó a su madre, ésta le cogió de las manos y le dijo: “Te conozco y sabía que esto me lo dirías algún día, que esto iba a pasar”.
Desde entonces, visitó distintas congregaciones tanto de vida activa como de vida contemplativa. Durante esta búsqueda aseguró que “sentía que necesitaba una relación más profunda con el Señor, estar en una burbuja con él”.
Sin embargo, cuando visitó el convento de las Hermanas Pobres de Santa Clara, a donde solía ir a misa los domingos. Allí sintió algo especial. Y aunque siguió buscando más durante un tiempo, decidió hacer una experiencia de 12 días.
Durante ese tiempo aseguró que sintió algo que “nunca había experimentado por nada”. Dos meses después entró al monasterio.
Publicar un comentario