En su enseñanza, el Pontífice reflexionó sobre la imagen de Jesús delante de Pilatos “mientras la multitud grita para que lo condenen a muerte”. “El hecho es que la realeza de Jesús es muy diferente de la mundana. ‘Mi reino’, dice a Pilato, ‘no es de este mundo’”.
Cristo Rey “no viene para dominar, sino para servir”. Cristo “no llega con los signos de poder, sino con el poder de los signos. No se ha revestido de insignias valiosas, sino que está desnudo en la cruz. Y es precisamente en la inscripción puesta en la cruz que Jesús es definido como ‘rey’. ¡Su realeza está realmente más allá de los parámetros humanos! Podríamos decir que no es rey como los otros, sino que es Rey para los otros”.
El Papa hizo otra reflexión sobre la realiza de Cristo: “Delante de Pilato, dice que es el rey en el momento en el que la multitud está en su contra, mientras que cuando le seguían y le aclamaban había tomado distancia”.
Es la forma que Jesús tiene de mostrar su libertad. Jesús es “soberanamente libre del deseo de la fama y de la gloria terrena”.
“Jesús no solo evita toda búsqueda de grandeza terrenal, sino que también hace libre y soberano el corazón de quien le sigue. Él, queridos hermanos y hermanas, nos libera del sometimiento del mal. Su Reino es liberador, no tiene nada de opresivo. Él trata a cada discípulo como amigo, no como súbdito”.
Aun estando por encima de todos los soberanos, Cristo “no traza líneas de separación entre sí y los demás; desea más bien tener hermanos con los que compartir su alegría. Siguiéndolo no se pierde, sino que se adquiere dignidad. Porque Cristo no quiere en torno a sí servilismo, sino gente libre”.
En definitiva, concluyó el Papa Francisco, “la libertad de Jesús viene de la verdad. Es su verdad la que nos hace libres. Pero la verdad de Jesús no es una idea, algo abstracto: es una realidad, es Él mismo que hace la verdad dentro de nosotros, nos libera de las ficciones y de las falsedades que tenemos dentro. Estando con Jesús, nos volvemos verdaderos”.
“La mejor prueba de que Cristo es nuestro rey es el desapego de lo que contamina la vida, haciéndola ambigua, opaca, triste”, finalizó el Papa Francisco.
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